Los arrecifes no se
pueden formar a lo largo de la mayor parte de la costa Sudamericana tropical, debido al
abundante aporte de agua dulce y turbia que fluye de los cauces del rio Amazonas y del
Orinoco en la costa Este y por la inhóspita agua fría de la costa del Perú al Oeste.
Esto hace que los arrecifes mejor desarrollados se presenten en el Mar Caribe, o lejos de
la costa, como en las Islas Galápagos, que pertenecen a Ecuador. Como con los arrecifes de casi cualquier otro
lugar del globo, el turismo, la pesca, la
agricultura, y el desarrollo están aplicando una presión extrema a los arrecifes de la
América tropical, fuente de vida para millones de personas; en "paraísos"
tales como Florida y Jamaica, el 90% de los arrecifes se cree que están muertos o
muriéndose.
La afluencia de turistas al Caribe
impacta más en los arrecifes que la propia presión de los habitantes locales, en parte
por el gran volumen de la navegación y de la pesca que ayuda a estos países a tener un
buen nivel de vida.
Los fenómenos extremos como El Niño
toman su parte en la destrucción de los arrecifes, aunque el mayor peligro para la
región son los residuos de origen humano: en 1995 la Organización PanAmericana de Salud
indicó que únicamente el 10% de las aguas residuales de Centroamérica y de los países
Caribeños estaba siendo tratada adecuadamente antes de devolverla al mar.
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