El lobo marino 
    de un pelo 
    Otaria flavescens 
      Por Alfredo Martínez 
    WildPhoto
    
      
      
      El lobo marino es uno de los 
      tantos mamíferos adaptados 
 a la vida marina que desarrollan todas sus actividades 
 en contacto con ella. 
       
      
       os 
      machos jóvenes son de un color grisáceo que se oscurece con los años, al 
      tiempo que crece su característica melena. Alcanzan los 300 Kg y pueden 
      medir entre dos y tres metros. Las hembras son de color gris o amarillo 
      pálido, un tono que se vuelve amarillento - parduzco en los animales 
      adultos. Su peso es de unos 160 Kg y miden de 1 a 1,5 metros. 
      
        
      Los lobos marinos se distribuyen desde 
      Chile y Perú por el Pacífico y desde las Islas Malvinas hasta Uruguay y 
      Brasil por el Atlántico. 
      El lobo marino pertenece a la familia de 
      los otáridos y, a diferencia de sus parientes fócidos (los elefantes 
      marinos), se desplazan utilizando sus miembros anteriores. Además tienen 
      pequeñas orejas. 
      Si bien en las épocas de apareamiento se 
      reúnen en inmensas colonias, durante el reposo sexual forman colonias de 
      invierno, generalmente no muy alejadas de su destino veraniego. Su etapa 
      de reproducción comienza en Diciembre con la llegada a las playas de los 
      grandes machos (llamados "sultanes"), más tarde lo harán las hembras.
       
      Es este momento cuando comienzan a 
      formarse los harenes, en donde un macho define su ARC (área reproductiva 
      central) en su pedazo de playa con la mayor cantidad de hembras posibles. 
      Un macho puede llegar a agrupar de 5 a 15 hembras, entre animales 
      inmaduros y reproductoras. 
      Las lobas recién llegadas están preñadas 
      del año anterior y cuando el macho agrupa a sus hembras no lo hace con el 
      fin de copularlas a corto plazo, sino que deberán esperar su parición. La 
      topografía del lugar influye en las estrategias que despliegan los 
      sultanes para definir su ARC: en las extensas playas uniformes de canto 
      rodado (Punta Norte, Península de Valdés) sólo se refiere a su grupo de 
      hembras, mientras que en las zonas de acantilados y piletones remanentes 
      de marea (Lobería Punta Pirámide, Península de
      Valdés) el ARC estará asociada a los mejores lugares, con sombra y agua, 
      de modo que los sultanes defienden conjuntamente el lugar además del 
      harén. (Guardafauna Héctor A. Montero, comunicación personal). 
      Camorras, rehenes y secuestros 
      Las disputas y peleas territoriales dejan 
      en los sultanes las marcas de tanto amor. Cuando uno es un sultán, el 
      éxito radica en mantener a las hembras juntas y a los extraños alejados. 
      Con sólo mirar amenazadoramente a los rivales, mantenerse siempre atento y 
      aparentar mayor tamaño parecería ser
      suficiente. 
      Sin embargo, ¿qué sucede con los machos 
      inmaduros?. Desde su llegada a la colonia los sultanes los mantienen 
      alejados o en el agua. Ellos elaboran sutiles y organizadas bataholas 
      orientadas a distraer a los sultanes y lograr alguna rápida cópula. Estas 
      redadas, que parecen ser espontáneas, son llevadas a cabo por grupos de 
      subadultos que entran alocadamente a la playa donde se encuentra el harén, 
      provocando la separación de madres-hijos, el rapto de hembras y la toma de 
      cachorros como rehenes. El fin: ejercitarse en las peleas que en el futuro 
      serán comunes en su vida para defender su harén, hacerse de alguna hembra 
      para su incipiente nuevo harén o lograr alguna cópula exitosa. Durante 
      estos enfrentamientos algunos cachorros mueren asfixiados al quedar debajo 
      de los adultos que pelean o por los golpes recibidos. 
      Buenas madres 
      Las hembras paren una sola cría después 
      de su llegada: el parto dura entre 10 y 20 minutos y la mayoría de ellos 
      ocurren entre mediados y fines de enero. Al finalizar el parto la hembra 
      comienza a lamer y olfatear a su cachorro, naciendo así un vínculo muy 
      fuerte, que en el futuro la ayudará a reconocerlo entre cientos de crías 
      cuando vuelven del mar. 
      Una semana después del parto la hembra 
      entra en celo nuevamente (se cree que son receptivas 2 o 3 días al año) y 
      luego de ser servida ingresa al mar por un par de días para alimentarse. 
      Mientras tanto, las crías se juntan en grupos apretados y al regreso de 
      ellas, sin aquel reconocimiento olfativo las madres no podrían 
      reconocerlos.  
      Los recién nacidos se alimentan con una 
      leche muy rica en grasas, lo que les hace ganar peso rápidamente y mamarán 
      durante unos 8-12 meses, hasta su destete. Las madres alternan ingresos al 
      mar para su alimentación que duran 2-3 días con unos dos de permanencia en 
      la colonia con su cría. 
      Aproximadamente al mes los cachorros se 
      acercan al agua, primero en piletones poco profundos para iniciar sus 
      prácticas de natación. El pelaje, que al nacer era negruzco, se empieza a 
      amarronar. Su alimentación se basa en peces como las pescadillas, corvinas, 
      anchoítas, bagres marinos, pulpos, calamares y rayas.  
      Poseen una gran adaptación a los cambios 
      de temperatura: durante sus inmersiones y en aguas frías, el grueso manto 
      de grasa y la fina capa de burbujas de aire que se mantiene en su pelaje 
      los aísla del frío. Al contrario, durante el verano necesitan reducir la 
      temperatura del cuerpo para mantenerlo en 37 grados y se ayudan 
      arrojándose grava sobre el cuerpo y "aletean" con sus miembros para 
      estimular las
      glándulas sudoríparas de las axilas y facilitar la evaporación. 
      La evolución ha permitido que muchas de 
      las especies sociales hayan perfeccionado no sólo mecanismos etológicos 
      muy especializados y complejos sistemas de comunicación, sino también 
      estructuras exomorfológicas, anatómicas, mecanismos fisiológicos y 
      peculiaridades bioquímicas que facilitan la constitución y el 
      mantenimiento de los sistemas sociales complejos. 
      A propósito de los otáridos y fócidos: 
      sería impensable su existencia en las áridas playas patagónicas sin el 
      mecanismo fisiológico que les permite autorregular su temperatura corporal 
      o el de eliminar el exceso de sodio por sus fosas nasales por beber agua 
      marina (mariposa). La Península, con su gran extensión de costas, es un 
      escenario privilegiado de las grandes colonias de lobos y elefantes 
      marinos. Es posible encontrar decenas de grupos, algunos en lugares 
      accesibles, otros muy alejados de los recorridos
      turísticos. 
      Hasta el año que viene... 
      Los lobos marinos son poligínicos, de 
      modo que cualquier macho puede servir a cualquier hembra, sea o no de su 
      harén. El sultán aprovechará cualquier distracción de su vecino para 
      atraer una hembra a su grupo o copular con ella. Lo impreciso de los 
      límites ayuda a que momentáneamente las hembras formen parte de un harén u 
      otro, casi sin darse cuenta. Las hembras corren con toda la 
      responsabilidad de la crianza y mantenimiento de sus cachorros.  
      En marzo ya casi no quedan machos a la 
      vista y las hembras permanecerán junto a sus crías por unos meses en la 
      colonia de reproducción o migrará hasta las colonias de invierno. De las 
      crías nacidas en Punta Norte, aproximadamente 400 al año, un 10% es 
      depredado por las orcas (Orcinus orca), que en las pleamares se 
      aprovecharán de cualquier distracción de los cachorros que se acerquen a 
      la rompiente para atacarlos mediante la técnica del 
      varamiento intencional 
      (Roberto Bubas, Guardafauna de Punta
      Norte, comunicación personal). 
      Actualmente los lobos marinos no están en 
      peligro de extinción aunque durante este siglo se lo explotó 
      comercialmente por su cuero y grasa. Aún hoy en Valdés pueden encontrarse 
      los restos oxidados de las calderas de los que fueran los campamentos 
      loberos, junto a enormes pilas de huesos y cueros
      abandonados. 
        
    
    © 
    Alfredo Martínez    
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