Bonaire
El Paraíso del Submarinismo
por Miquel Pontes

Este relato nos
explica cómo es el buceo en la isla de Bonaire, en las Antillas Holandesas.
Esta isla, bañada por las cálidas
aguas del Mar Caribe, es considerada el "Diver's Paradise". |
UN POCO DE HISTORIA

Situación de Bonaire en el Caribe
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onaire fue originalmente
descubierta por los españoles en 1499, en una expedición dirigida por Alonso de Ojeda y
Américo Vespucci.
Esta pequeña isla se llamó primero Isla de Brasil. Los indios Caiquetio
y los Arawak, que habitaban la isla cuando ésta fue descubierta, fueron descritos por los
españoles como hombres que vivían en la Edad de Piedra y se refugiaban en miserables
chozas de adobe.
Como parte de la colonización española, los indios fueron esclavizados y enviados, en
1515, a las minas de cobre de Isla Española (también conocida como Hispaniola
o Santo Domingo y que en la actualidad está dividida entre Haití
y República Dominicana).
Los restos de la población indígena de Bonaire pueden observarse en
algunos de los actuales habitantes de la isla. De hecho la mayoría de la población es
mulata, con minorías de europeos (descendientes de los holandeses) y africanos
(descendientes de los esclavos).
Los holandeses compraron Curaçao a los portugueses en 1634, pues
necesitaban encarecidamente una base naval en su guerra con los españoles. Bonaire
y la vecina Aruba cayeron en manos de los holandeses en el año 1636 y se
convirtieron en una colonia holandesa.
La Compañía Holandesa de la Indias Occidentales comenzó en 1639 la producción de sal,
la cual es hoy en día una parte muy importante de la economía de la isla, junto con el
turismo subacuático.
En 1800, y durante algunos años, la isla fue controlada por piratas franceses e ingleses.
Los holandeses no recuperaron el control hasta el año 1816.
Las Antillas Holandesas, incluyendo Bonaire, se
convirtieron en región autónoma de Holanda en 1954, en el momento en
que este país les garantizó económicamente el desarrollo de sus propios recursos con
subvenciones.
Bonaire pasó a ser, en Enero de 1986, un territorio del Reino de
Holanda, que ahora se compone de la Holanda continental, las Antillas
Holandesas (Bonaire, Curaçao, Saba,
San Eustatius y San Marteen) y Aruba.
Este hecho permite que el desarrollo del turismo y de los otros recursos económicos quede
en manos de las Antillas Holandesas, mientras que los temas de defensa y asuntos
exteriores son responsabilidad del Reino de Holanda.
BONAIRE HOY
La isla de Bonaire
está perfectamente equipada para el buceo y los buceadores. De hecho, unos 20.000
buceadores visitan la isla anualmente. Los equipamientos se amplían constantemente
cubriendo todo el espectro, desde barcos "live-aboard" hasta apartamentos muy
económicos pasando por la moderna cámara hiperbárica del hospital.

Los lugares de inmersión autorizados
en el Bonaire Marine Park
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La gente de Bonaire es
extremadamente simpática y se desviven por ayudar, en especial cuando hay ya un poco de
confianza. Esta afabilidad se debe sin duda a la estabilidad de la influencia holandesa en
las islas.
Bonaire puede describirse como una isla árida y montañosa, con una
vegetación desértica y una costa rodeada de aguas de color turquesa, muy abundante en
corales.
La isla en si mide unos 40 km. de largo por unos 5 a 12 km. de ancho. Está situada a unos
80 km. al norte de Venezuela y a unos 50 km. al este de Curaçao.
Al Oeste de Bonaire está la pequeña isla de Klein Bonaire,
la cual está deshabitada y rodeada de playas, cuevas y arrecifes de coral.
Bonaire cuenta con una población de unos 11.500 habitantes,
representando una mezcla de culturas holandesa, hispana, india y africana. Kralendjik, la
capital, es bastante pintoresca. La arquitectura holandesa es colorista y hace que la
ciudad tenga un aire característico.
La única industria importante, aparte del turismo, es la explotación de sal. Todo el sur
de la isla está ocupado por grandes salinas en las que el agua de mar deja, tras
evaporarse, su preciado contenido.
La mayor parte del norte de la isla conforma el Parque Nacional Washington
Slagbaai, el cual es una reserva de vida salvaje, dentro y fuera del agua. Es el
único en las Antillas Holandesas con estas características.
No se permite acampar, cazar o pescar en el parque, ni tampoco molestar al centenar de
especies de pájaros (incluyendo los flamencos rosas y los pelícanos) que en él habitan.
El parque también es hogar de iguanas y cabras salvajes que retozan libremente.
La mayor elevación de la isla, el Monte Brandaris, con unos 260 metros
de altura, se encuentra dentro de los límites del parque. El resto de la isla es muy
plana. Se observan en algunas zonas, en especial en el norte, pequeños acantilados de
piedra calcárea junto al mar, procedente del coral, que es la base de la mayor parte de
la isla.
El buceo está permitido dentro del parque, en el que hay algunos puntos excelentes como Playa
Bengue o Karpata. El pequeño pueblo de Rincón,
situado en las afueras del parque, es el asentamiento más antiguo de la isla.
La mayor sorpresa para el visitante es el tiempo. Casi siempre hace sol. La cantidad de
lluvia anual es bastante escasa. La temperatura está alrededor de 30 grados aunque la
humedad es bastante alta. Como está situada fuera del cinturón de huracanes, Bonaire
es un buen destino para los submarinistas durante todo el año.
Os recomiendo que os aseguréis que el alojamiento tenga aire acondicionado, para dormir
mejor por las noches. Como el agua del grifo está entre 30 y 35 grados, en la isla no han
oído hablar de calentadores de agua.
El idioma oficial es el holandés, pero casi nadie lo usa, aunque todos lo saben. En toda
la isla se habla el papiamento (una mezcla de español, inglés, holandés y quién sabe
qué más). Con los turistas se emplea el inglés y el castellano (con marcado acento
latinoamericano debido a la proximidad geográfica con Venezuela).
Bonaire está lleno de hoteles para todos los presupuestos, situados casi
todos cerca del centro de Kralendjik. También encontraréis
apartamentos, pensiones o, si lo preferís, ostentosas villas privadas para alojaros. En
casi todos los hoteles hay centros de buceo, y casi todos los centros de buceo os
ofrecerán apartamentos a buen precio.
Encontraréis poco que hacer en Bonaire, aparte de bucear. El centro de
la ciudad tiene algunas tiendas bastante surtidas y hay varios sitios en los que cenar o
tomar una copa después de un día de inmersión, pero en el fondo es una isla muy
tranquila.
Para llegar a Bonaire deberéis llegar por barco (en un crucero por el
Caribe) o avión, desde Estados Unidos, Venezuela u Holanda. Los billetes son caros, así
que buscad ofertas, que las hay. Nosotros optamos por el vuelo de la KLM de Barcelona a
Amsterdam (2 horas) y de Amsterdam a Bonaire (9 horas).
Una vez en la isla es imperativo alquilar un coche. Los precios son asequibles, en
especial si sois un grupo de tres o cuatro personas. El vehículo de alquiler por
excelencia es lo que ellos llaman "minibus" (¿conocéis la Rascal de General
Motors?), ya que caben de cuatro a cinco personas con todo el equipo de inmersión.
Siendo ciudadanos de la CEE, lo único que tenéis que presentar en la aduana es el
pasaporte.

Común en las aguas de Bonaire:
La gran barracuda (Sphyraena barracuda)
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A veces piden también el billete de
salida de la isla, pero no hace falta visado. El control de inmigración es como en
cualquier otro país europeo, no excesivamente riguroso.
La moneda del país es el florín antillano o "guilder", aunque en las tiendas
de turistas aceptan dólares americanos y las tarjetas de crédito más comunes. Lo que
sí es un problema es cambiar pesetas españolas, en ninguno de los bancos las quieren.
Platos típicos de la isla hay muchos, pero la mayoría no son sino platos occidentales
"indianizados", os recomendamos la "baka" o el "kabrito".
Si deseáis probar algo exótico tenéis únicamente la iguana, cocinada generalmente en
forma de estofado y acompañada con arroz. ¡ Probadla, está buena ! Tiene sabor como de
pollo pero con la textura del conejo. Es un plato curioso de verdad. No la cocinan en
cualquier sitio y, además, hay que encargarla con antelación, así que preguntad a la
gente del lugar.
SUBMARINISMO EN BONAIRE

La tortuga marina (Eretmochelys
imbricata).
Una especie protegida
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Bonaire está
prácticamente orientada de norte a sur. Los vientos alisios, que soplan casi
constantemente, tienen dirección este.
Esta disposición geográfica, producto de la buena suerte, hace que toda la costa oeste
de la isla quede situada a sotavento, protegida de las olas y del viento. Si los vientos
cambiasen, la pequeña isla de Klein Bonaire ofrece una protección
adicional a la costa oeste.
El mar siempre está en calma en la costa oeste, y cuando por casualidad no lo está, es
en la costa oriental donde se puede hacer inmersión. El buceo en este lado de la isla es
posible, pero difícil, incluso para los buceadores más experimentados, pues la
corriente, la resaca y las olas complican mucho la entrada y la salida del agua. Lo que
obtienen a cambio del riesgo es la oportunidad de ver grandes peces pelágicos, como
mantas raya (Aetobatus narinari) o tiburones (Carcharhinus sp.).

Una foto común en Bonaire:
el pez ángel francés (Pomacanthus paru)
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Dado que la mayor parte de las
inmersiones se hacen desde la playa, estas zonas están delimitadas por piedras amarillas,
con el nombre del lugar de inmersión, al pie de la carretera. Tan sólo hay que parar el
coche, vestirse y al agua, incluso si no hay piedras amarillas, cualquier lugar vale.
Encontrar estas piedras no es difícil, pero a veces se las lleva algún turista, ávido
de "souvenirs". En cualquier caso son abundantes pues hay más de 40 puntos en
la costa oeste de la isla. Para nosotros, acostumbrados a hacer de 100 a 150 kilómetros
de carretera para encontrar un punto de inmersión, este sistema es un gran cambio.
Del mantenimiento de los lugares de inmersión (las boyas en el agua y las piedras
amarillas en tierra) se encarga la organización del Parque Marino, que puede clausurar
los puntos de inmersión muy deteriorados si lo considera necesario, para su
regeneración.
Esta entidad cobra 10 dólares como cuota de acceso al parque. A cambio del pago se nos da
un disco de plástico, válido para todo un año, que debemos llevar visible en nuestro
equipo, incluso bajo el agua.
La zona de aguas protegidas incluye toda la costa de la isla hasta una profundidad de 60
metros, lo que asegura el futuro de los arrecifes como ecosistema y como fuente de
ingresos principal de la isla.
Como curiosidad os diremos que una de las normas del parque es la prohibición de llevar
guantes protectores y rodilleras. Así se aseguran que los submarinistas se mantengan
alejados del coral. Por cierto, abundan los erizos y el coral de fuego...
BAJO EL AGUA
El fondo baja lentamente desde la
playa hasta unos diez metros de profundidad, que se alcanzan a unos 50 o 100 metros de la
playa, según el lugar. En esta especie de llanura abunda la arena y por ello hay poco
coral, que no se lleva muy bien con este medio, aparte que es la zona más batida por las
olas, cuando las hay.
En una inmersión típica podéis ver el coral "cuerno de alce" (Acropora
palmata) seguido un poco más al fondo por el coral "asta de ciervo" (Acropora
cervicornis). Abundan los lenguados, algunas especies de morenas y tortugas, amén de
miríadas de alevines de todos los peces que se refugian en los corales.
También encontramos otros depredadores que se alimentan de ellos, como las truchas de
coral (Mycteroperca tigris), los tarpones (Megalops atlanticus) y otros
pelágicos. En esta categoría es muy común ver grandes barracudas (Sphyraena
barracuda), solas o en grupos, a la caza de sus presas.
Estas criaturas fueron una de las cosas que más me gustaron. Podías nadar bastante cerca
de ellas sin que tuvieran especial miedo de ti, a diferencia de las barracudas que se ven
en otros mares, más precavidas por ser preciados trofeos de los pescadores. A pesar de
estar en el parque marino, vimos una de estas barracudas con un anzuelo clavado en la
boca.
Su mala fama no está muy justificada, es un pez como cualquier otro. Es voraz, eso sí,
cuando hay comida cerca, pero bastante tímido en realidad.
En la cresta del arrecife, al final de esta llanura, cuando comienza la pendiente
arrecifal, aparecen las gorgonias gigantes (Pterogorgia guadalupensis), los
grandes corales cerebro (Diploria strigosa) y los masivos corales estrellados
"montañosos" (Montastrea cavernosa).
Esta fuerte pendiente da paso a la arena, en la mayoría de los casos, a unos 30 metros.
Estamos hablando de inmersiones fáciles en las que podemos despreocuparnos de la
profundidad.
En otros casos el fondo baja mucho más, en especial en el norte de la isla, donde se
pueden alcanzar fácilmente los 50 o 60 metros de profundidad.
En algunas inmersiones, un segundo arrecife, más alejado de la costa, sale del fondo de
arena hasta una profundidad de 18 a 20 metros. En este arrecife, mucho menos transitado
por los buceadores, podemos ver el coral en su estado puro, con sus delicadas estructuras
extendidas en la corriente, con formas que la naturaleza nos niega tierra adentro.
Nadando entre esta maravilla vemos los típicos peces tropicales, el pez ángel francés (Pomacanthus
paru) y el pez ángel reina (Holacanthus bermudensis), que destacan por su
vistosidad. Los peces loro (Scarus sp.) nadan sin miedo cerca de nosotros.

El caballo de mar (Hippocampus
erectus)
muy común pero difícil de encontrar, gracias a su excelente camuflaje
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Los peces cirujano (Acanthurus sp.)
pululan entre los corales, en los que encuentran las algas que son su alimento. Se les
llama cirujanos por unas espinas como cuchillas que tienen en la base de la cola. Aunque
hay muchas especies diferentes, todas comparten esta característica.
Otros peces más agresivos como los jureles, conocidos allí como "Yellowtail
snappers" (Ocyurus chrysurus) no se separan de nosotros, al igual que hacen
algunos meros (Epinephelus sp.) a una distancia más prudente.
Los peces trompeta (Aulostomus maculatus) intentan camuflarse entre las gorgonias
con su color y su alargada forma, nadando verticalmente con la esperanza de pasar
desapercibidos.
Esta afición de los peces trompeta a que los ignoremos la llevan al extremo de nadar
usando a un pez loro como escudo cuando están al descubierto. Siguen todos sus
movimientos hasta que su involuntario anfitrión se aproxima a una gorgonia de su gusto y
entonces lo abandonan.
En la pendiente, a veces abrupta, del arrecife encontramos esponjas tubulares de color
púrpura (Aplysina sp.), gigantescas esponjas naranjas de "oreja de
elefante" (Agelas clathrodes), grandes anémonas (Condylactis gigantea),
esponjas de vasija (Verongula gigantea) de tamaño medio y esponjas de tubo
iridiscentes (Callyspongia sp.). También vemos muchas morenas (Gymnotorax
sp.), de varias especies, acechando en sus reductos.

Una visión de otro mundo, el pez
rana
(Antennarius multiocellatus)
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La mayor parte de la vida marina se
sitúa en los 20 metros de profundidad, aunque en los 10 metros anteriores encontramos los
peces más jóvenes y algunos depredadores que se ceban de ellos.
En profundidades mayores de 20 metros encontramos los animales más grandes, meros de
tamaño respetable, largas morenas que descansan durante el día y salen a cazar de noche,
nadando libremente por el arrecife.
También encontramos en estas profundidades las mayores langostas (Panulirus argus)
que he visto en mi vida, aunque, según mis compañeros, en Cuba son mayores.
En las llanuras arenosas situadas a unos 30 metros, pero a veces también a menos
profundidad, es frecuente ver cientos de anguilas jardineras (Heteroconger halis),
que pasan toda su vida con la cola enterrada en la arena.
Estos peces, que se alimentan de plancton, muestran la parte superior de su cuerpo en una
relación directamente proporcional a la distancia que nos separe de ellas. Todo un
espectáculo.
EL "HILMA HOOKER"

Así, a 30 metros, acabó el Hilma
Hooker
sus días de traficante de drogas
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En Bonaire también es posible encontrar
pecios. En concreto, el "Hilma Hooker", una de las inmersiones más
populares, es un gran barco hundido de unos 70 metros de eslora que se encuentra sobre un
fondo arenoso a unos 30 metros de profundidad.
A raíz de una avería se acercó a puerto, ahora hace unos diez años. Un oficial de
aduanas sospechó alguna cosa, efectuaron un registro y descubrieron un gran alijo de
marihuana. El barco fue confiscado y posteriormente hundido para disfrute de los
submarinistas.
El pecio está tumbado sobre el lado de estribor, con su lado de babor a unos 17 metros,
así que la inmersión aquí es fácil y realmente muy divertida, pues hay amplios pasos a
las bodegas.
El timón y la hélice están intactos y, a pesar de llevar todo este tiempo hundido, su
estado de conservación es muy bueno. Para los más experimentados también está la
posibilidad de introducirse en el pecio, a su propio riesgo.
Las barracudas tienen por costumbre patrullar por el costado del barco más cercano a la
superficie en busca de alimento.
EN RESUMEN
La visibilidad bajo
el agua se mantuvo siempre alrededor de los 15 a 20 metros, aunque en el fondo era mucho
mayor, de unos 30 metros. No es de las mejores del mundo pero no está nada mal.
Además, pese a que en la isla llueve poco, llegamos quizás en el momento justo (el 7 de
Octubre) en que el tiempo era un poco más inestable. Con todo, los chaparrones nunca nos
impidieron hacer una sola inmersión, aunque tal vez sí enturbiaron un poco el agua.
Bonaire es, ciertamente, el paraíso de los buceadores. Aquellos de
vosotros que os dediquéis a la fotografía submarina o al vídeo quedaréis encantados.
Las oportunidades de encontrar peces extraños como el caballito de mar (Hippocampus
erectus) o el pez rana (Antennarius multiocellatus) son muchas y las
inmersiones son sencillas y sin complicaciones, ideales para los buceadores con menos
experiencia.
Queremos agradecer la hospitalidad inacabable y la simpatía de Carlos Noordhof
y su familia de "The Sitting Coconut Apartments" y la gente del
centro de buceo "Blue Divers", especialmente a Franklin
(nuestro guía submarino) y a René.
Por último, un saludo muy, muy especial a Salomón Frans, por su
amistad.
Mushi danki !

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