Liopleurodon
ferox
el terror de los mares
Texto:
Miquel Pontes
Dibujos:
Adam Stuart Smith y
Alain Bénéteau
Recreación de un ataque:
Colin J.Swift y Benigno Fernández
Diseño tridimensional: Scott Ayers

Esqueleto de plesiosaurio
(clic para ampliar)
Una noticia difundida el
pasado 30 de diciembre de 2002 por la BBC informaba del descubrimiento
del esqueleto completo de uno de los mayores reptiles que jamás han
existido.
El hallazgo tuvo lugar en México y, según parece, los huesos
fosilizados corresponden a un Liopleurodon ferox, un fiero depredador
que cazaba en nuestros mares hace unos 150 millones de años, cuando los
dinosaurios dominaban la tierra.
raíz de esta noticia, aparecida a finales de
2002, me formulé una serie de preguntas como: ¿Quién no ha sentido alguna
vez curiosidad por los dinosaurios? ¿Qué pasaría si una bestia como ésta
apareciera de repente en nuestros mares? ¿Cómo debía ser? ¿Qué debía comer?...
En este artículo daremos algunas respuestas y daremos algunas pistas a los
lectores interesados en investigar este tema.
Cuando hablamos del Liopleurodon ferox,
hablamos de un dinosaurio marino del grupo de los plesiosauros. Los
plesiosauros constituyeron un grupo de dinosaurios, con antepasados
terrestres, que evolucionaron para volver al mar, origen de toda la vida de
nuestro planeta. Aparecieron en el Jurásico temprano, y se dividen en dos
grandes grupos, unos con el cuello largo y la cabeza proporcionalmente
pequeña, y otros con el cuello corto y la cabeza grande, hasta un cuarto de
la longitud del animal, como el Liopleurodon.
Por sus características físicas se sabe que
los pliosaurios, de cabeza grande y cuello corto, tenían menor movilidad
pero capturaban presas de mayor tamaño que sus primos de cuello largo. Con
todo era un nadador muy ágil, pese a su gigantesco tamaño. Se parecía un
poco a las ballenas actuales, tenía un cuerpo musculoso e hidrodinámico, con
aletas muy potentes. Era capaz de perseguir a sus presas por los mares del
Jurásico a gran velocidad, e incluso es posible que pudiera sumergirse a
gran profundidad sin dificultades para perseguir a una presa.
Este gigantesco animal probablemente
“volaba” por el mar, tal y como hacen las tortugas marinas de hoy en día.
Para avanzar, empujaba hacia abajo las aletas delanteras, y para aumentar la
velocidad accionaba hacia atrás las traseras. Este monstruo marino podía
mantener una persecución durante largo tiempo, y conseguir su presa cuando
esta disminuía el ritmo debido al cansancio.
La criatura descubierta en México era un
pliosaurio joven, de unos 18 metros de largo y un peso estimado de 25-30
toneladas, y fue hallado en una expedición conjunta de paleontólogos
alemanes y mexicanos dirigidos por Eberhard Frey y Wolfgang Stinnesbeck. La
prensa le dio al descubrimiento el sobrenombre de “Monstruo de Aramberri”,
en honor a la ciudad Mexicana situada cerca de donde fue encontrado.
Aunque a lo largo de la historia se han
hallado muchos restos de Liopleurodon, ninguno fue encontrado tan completo
como el descubrimiento de México. Estos restos han sido enviados al Museo de
Historia Natural de Karlsruhe (Alemania), donde los paleontólogos quieren
extraerlos cuidadosamente de la piedra que los rodea y estudiarlos para
averiguar cómo vivía este monstruo de las profundidades e incluso estudiar
qué comió en su última cena; los restos del Liopleurodon fueron hallados
junto a restos de reptiles acuáticos de menor tamaño (ictiosauros), de los
que probablemente se alimentaba.
Una vez terminado el estudio, el Museo de
Historia Natural de Karlsruhe hará una copia de los restos y devolverá los
fósiles originales a México, pues este pliosaurio forma parte de su herencia
cultural.
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Recreación de un
ataque
Colin J.Swift, basado en un diseño de
Benigno "virus" Fernández
(clic para
ampliar) |
EL MONSTRUO MARINO
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Reproducción de un
Liopleurodon ferox,
cedida por Adam Stuart Smith |
El Liopleurodon ferox se cree que era el
rey de los mares en tiempos prehistóricos. Este depredador era el mayor de
los plesiosauros conocidos. Estos reptiles marinos son primos de los
dinosaurios que dominaban la Tierra en el periodo que fue desde 208 hasta
hace 65 millones de años. Los restos de estos animales son relativamente
comunes y suelen hallarse bien conservados en los diferentes depósitos
marinos en los que se han encontrado.
Descrito por Sauvage en el año 1874, el
Liopleurodon ferox típico tenía un cráneo de más de 1,5 metros de largo. Su
impresionante dentadura estaba formada por dientes del tamaño de un machete,
con unas mandíbulas lo suficientemente fuertes como para triturar los huesos
de sus presas. Son precisamente estos dientes característicos los que dan
nombre a este dinosaurio; Liopleurodon significa “dientes de caras lisas”.
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Dibujo de un
Liopleurodon ferox
cedido por Alain Bénéteau |
Los ejemplares hallados hasta ahora tenían
una longitud media de unos 12 metros, aunque algunos ejemplares grandes
excedían los 15 metros. Estos datos son estimaciones basadas en los
hallazgos parciales que se conocían hasta el momento: vértebras, trozos de
mandíbulas y dientes aparecidos en Inglaterra, el norte de Francia y Rusia.
Recordemos que, durante el Jurásico, Europa no era sino una colección de
islas dispersas en un mar tropical poco profundo, por lo que los restos de
animales marinos son bastante comunes.
El Liopleurodon aparecido en México -el
mayor y más completo encontrado hasta ahora- ha hecho que se revisen estos
datos; parece ser que un individuo adulto, comparado con el animal hallado,
que era joven, podía llegar a medir cerca de 25 metros y tener un peso
estimado de alrededor de 50 toneladas. Para hacernos una idea del tamaño que
esto representa, recordemos que un cachalote adulto (mamífero, no reptil) de
hoy en día que mida unos 22 metros de largo puede llegar a pesar unas 65
toneladas.
El tema de sobrestimar el tamaño de los
dinosaurios es recurrente, especialmente en los pliosauros. Existe un famoso
Kronosauro en la Universidad de Harvard cuyo tamaño fue sobrestimado durante
años, pues se añadieron vértebras extra al esqueleto de forma inadvertida.
Tan solo recientemente se ha revisado el tema y la longitud estimada del
animal se ha reducido en 6 metros, de 18 a 12 metros...
El
Liopleurodon tenía cuatro aletas de gran tamaño que le conferían gran
potencia. Los adultos tenían una enorme boca de más de 2 metros de largo,
llena de dientes el doble de grandes que los del Tiranosaurio, y en la que
los dientes del extremo del morro estaban dispuestos en forma de roseta
característica.
Precisamente por esta dentadura se sabe que
su alimentación era carnívora y que cazaba a otros reptiles nadadores. El
registro fósil conserva también restos de las víctimas del Liopleurodon:
Ictiosauros (dinosaurios con aspecto de delfín) medio devorados y aletas de
otros plesiosauros con marcas de dientes son una clara evidencia de su voraz
apetito. Probablemente también se alimentaba de tiburones y de calamares.
Estudios recientes del cráneo del
Liopleurodon demuestran que tenía un olfato capaz de “oler en estéreo”, lo
que le permitiría identificar perfectamente el origen de los olores y por
tanto a sus presas, incluso en situaciones de baja o nula visibilidad.
Mientras que los plesiosaurios gigantes se
veían frenados en el agua por su largo cuello (el Elasmosaurus, p.e. tenía
más de 70 vértebras en el cuello contra las 20 de un pliosaurio común), el
cuello más corto de los pliosaurios les permitía moverse por el agua más
deprisa.
Se supone que las hembras salían a tierra
para poner sus huevos, excavando un hoyo en la arena en el que ponían los
huevos y después volvían al mar arrastrándose. Cuando las crías salían del
huevo, tenían que llegar al agua cuanto antes para evitar convertirse en la
cena de muchos depredadores.
Se desconocen muchos aspectos de la vida de
estos enigmáticos animales, cuya vida tan solo podemos imaginar basándonos
en los restos que se han encontrado. Forman parte de nuestro pasado y tal
vez por ello nos interesan tanto. Ya se sabe que las ciencias avanzan una
barbaridad, por lo que sabemos más que nunca de estos animales, pero si las
piedras hablasen, su historia escaparía a buen seguro a nuestra imaginación…
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Otros enlaces
Sobre los gráficos de este artículo
Durante la preparación de este artículo se planteó un gran problema. ¿Cómo
conseguir fotos, o dibujos, de un animal extinguido hace tanto tiempo?
Estudiosos del tema nos han cedido amablemente sus excelentes dibujos (¡Gracias
Colin, Adam y Alain!) pero vimos que el animal aparecía estático y falto de
vida.
En nuestra investigación topamos con el web
de
Scott Ayers en el que encontramos un diseño tridimensional del
Liopleurodon. Este diseño estaba preparado para incluirlo en el software de
diseño tridimensional POSER, por lo que nos pusimos manos a la obra.
Los gráficos que acompañan este artículo
son el resultado; no son tan perfectos ni detallistas como los dibujos
científicos, pero dan un efecto bastante realista de cómo podía ser este
animal en la realidad.
GALERÍA DE FOTOS

© Miquel
Pontes 2003
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