ARA Libertad
Carta de un gaviero a su madre
por Cristina
Cioffi

avegando en estos mares, desde mi
fragata, te escribo para contarte que seré integrante de la Guardia de
Honor del barco desde el palo mayor. Mi traje de época está listo. El
pantalón azul, la remera a rayas azules y blancas, la faja, la chaqueta y
el sombrero, junto con mi cinturón de seguridad, me esperan para ascender
a las alturas.

Primero subiremos hasta la cofa, que es el
primer tramo -y el primer descanso- a una altura de unos 20 metros. Luego
seguiremos hasta la cruceta, a unos 35 metros y así hasta el final, a unos
50 metros de la cubierta. Desde allí veremos los barcos que nos reciben y
podremos demostrar nuestro orgullo de ser gavieros de la Libertad.
Nos han hecho muchas pruebas de aptitud
para ver si podíamos trabajar en la arboladura con seguridad. Una
audiometría, un electroencefalograma, una prueba laberíntica y un
electrocardiograma. Todo esto nos da confianza, pero nunca abusamos de ella
y estamos siempre atentos, algunas veces con frío, otras con lluvias,
temporales, tormentas, y siempre con un poco de miedo... ¿por qué no? Desde
lo alto cazamos las velas; las primeras son las cuchillas, luego los foques
y los stay...
Estamos comprometidos con nuestro trabajo,
sentimos vocación y orgullo, porque somos gavieros del buque insignia de la
Armada, lo que nos inunda de satisfacción. Buscaremos nuevos rumbos desde el
palo bauprés, donde hay una mujer que nos acompaña, una mujer que, como tú,
está delante nuestro. Una mujer que, como tú, dió la vida.
Hoy mamá, soy feliz porque comprendes mi orgullo, porque aunque tienes miedo
comprendes mi espíritu, y te doy gracias porque tú sabes que mi fragata
siempre será sinónimo de LIBERTAD.

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Texto: Cristina Cioffi
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Fotos: Cristina Cioffi y Patricio Saavedra |