El secreto de las piedras saltarinas
Un
“ángulo mágico” proporciona resultados espectaculares
Adaptado de una noticia de Helen Pilcher
aparecida en Nature el 2 Enero 2004

¿Deseas lanzar piedras que reboten muchas
veces en el agua?
nos
investigadores franceses han resuelto cómo hacerlo empleando una máquina
lanzadora. Esta catapulta motorizada lanza unos discos del aluminio en una
piscina de dos metros de largo mientras una serie de cámaras de vídeo de
alta velocidad registran el momento del impacto, que dura menos de una
centésima de segundo.
Ajustando el ángulo, la velocidad y la
rotación de los discos, Christophe Clanet y su equipo obtuvieron una fórmula
para efectuar lanzamientos perfectos. Según parece, para alcanzar el número
máximo de rebotes, el ángulo entre la piedra en rotación y el agua debe ser
cercano a los 20 grados; según Clanet: "éste es el ángulo mágico."
La rotación, la velocidad y la forma del
objeto lanzado también son importantes. Es más probable que una piedra
rebote si le imprimimos una rotación que estabilice el objeto y evite que se
hunda en el agua. Asímismo, las piedras lanzadas a mayor velocidad tienen
más probabilidad de rebotar que las lanzadas más lentamente.
Un disco de cinco centímetros lanzado al
agua con el “ángulo mágico” necesita una velocidad mínima de 2,5 metros por
segundo para rebotar en el agua y no hundirse. Los discos redondos y planos
son ideales pues su gran superficie mejora los resultados.
Los investigadores ya habían estudiado las
piedras saltarinas anteriormente, pero sus predicciones se basaban más en la
teoría que en la observación.
Hacer rebotar piedras en el agua ha sido un
entretenimiento competitivo durante miles de años. El objetivo -hacer
rebotar las piedras en el agua el mayor número de veces posible- no ha
variado desde los tiempos de la antigua Grecia. El récord mundial actual,
obtenido en 1992, parece estar en 38 rebotes.
El proyecto de piedras saltarinas de Clanet
más implicaciones prácticas de las aparentes: el sistema que ha diseñado
puede ayudar a los físicos, por ejemplo, a estudiar la reentrada de naves
espaciales en la densa atmósfera terrestre, en la que rebotan durante el
descenso.

|