amos camino al punto de inmersión... bromas,
comentarios sobre la zona, un lobo marino en el camino... Juan Salvador
Gaviota compartiendo nuestro viaje con la misma ilusión, con el mismo
espíritu, con el mismo afán de entregarse a la Naturaleza, de ser parte de
ella, de descubrir... de admirar a Dios en la grandeza de la creación.
Hemos llegado. A preparar los equipos; estamos
cerca de una nueva experiencia, nuevos descubrimientos, camino a
encontrarnos con viejos amigos... como el pez zanahoria de Justo... no
importa que la inmersión se realice en el mismo punto, a la misma hora,
nunca sera igual a la anterior. Eso es lo maravilloso, la vida en el Azul
profundo (algo verde en nuestro mar) evoluciona y cambia permanentemente;
nuevos colores, nuevos sonidos, nuevos paisajes; el mar nos recibe con su
música, bailamos a su ritmo... a veces con suaves movimientos de vals... o
con frenéticos movimientos de rock.
No importa, soy buzo, mi espíritu se alimenta de
cada experiencia, de cada segundo en el mar, se pone de rodillas ante su
grandeza, es humilde, aflora el niño que todos llevamos dentro... un coral,
una piedrita, un extraño pez que no conocemos, el bosque de sargazos, una
roca inmensa, las fauces de una morena... Dios, es la libertad absoluta, sin
complejos, mi alma está abierta a las simplezas de lo natural... soy niño
nuevamente... soy un buzo.
Llegó el momento, como el primer dia, la adrenalina
fluye con intensidad. Me llevo el regulador a la boca, coloco mi mano en la
máscara... y me dejo ir... ya no importa el clima, la temperatura ni las
corrientes... ya estoy en el Azul... ya estoy en sus manos.
El mar nos une en silencio, al sumergirnos el lazo
entre los buzos se estrecha... soy el ángel guardián de mi compañero y él es
el mío, dependemos uno del otro, disfrutaremos el uno con el otro, seremos
compañeros de aventuras, descubriremos a Dios juntos...
Al salir sólo seremos un grupo de niños
compartiendo sus experiencias, sus descubrimientos, sus alegrías y
emociones... SOMOS BUZOS.