Hay un dicho que dice "persevera y triunfaras", y así es
..Mi primera inmersión fue en el río Quequen. El agua no
tenía visibilidad, solo unos 10 cm nada más y porque estabamos en una buena época para
hacer uso del río. Es un agua barrosa.
Al principio estaba "muerta" de miedo, de la mano de mi
instructor comenzamos a recorrer el fondo, en partes no teníamos mas de 2/3 metros de
profundidad, hasta que llegamos a lo máximo que fueron los 7 metros, era un día muy
lindo con mucho sol, pero allá abajo estabamos en penumbras.
Había pocas algas, y también una especie de esponjas, ojo, no
conozco del tema, pero no eran algas. Había mucho barro, te digo que mi miedo fue hasta
que bajé. Una vez por el fondo estaba tranquila, y me quedó un buen recuerdo.
Mi segunda inmersión fue en Puerto Madryn (Provincia de Chubut -
Argentina), es el único lugar en la Argentina que tiene aguas con tanta visibilidad, de
ahí, llamada "la capital del buceo en Argentina".
Muy cerca de Madryn se encuentra la Península Valdés, y sobre
sus costas también hicimos lo nuestro. El primer día fue en la playa Pardelas, un lugar
bellísimo por fuera y bellísimo debajo del agua. Tuve miedo al principio, porque al
tirarme del gomón [lancha], la boquilla del regulador tenia un problemita y me entró
agua.
Después de unos minutos y no muy confiada, comenzamos al
inmersión con Martín, un compañero de aquellos, fui relajándome cada vez mas hasta que
comencé a disfrutar de aquel paisaje submarino: algas de distintas formas y colores,
algunos pescaditos, cangrejos, agua vivas, piedras, estrellas de mar, en fin: ¡mi
"gran sueño" se estaba cumpliendo!
Al día siguiente fuimos a la playa de Puerto Pirámides (siempre
en la Península) y... ¡Aquello también formaba parte del paraíso! Para concretar el
buceo fuimos navegando hacia otra orilla y entramos al agua caminando hasta que tuvimos
una cierta profundidad y nos fuimos al fondo.
Era otro paisaje, con pocas algas, mucha arena y piedras,
estrellitas, agua vivas y nada mas, para mí era hermoso también, entramos unos metros a
una cueva de piedra, anduvimos también por lugares más estrechos, siempre con Martín;
nuestro profundímetro marcó los 4 metros, en partes entrábamos en contra de alguna
corriente marina, porque me pesaban las piernas para aletear, y de pronto eso
desaparecía.
Y al día siguiente, y el último, fue desde una embarcación
(catamarán), fuimos navegando media hora hasta llegar a un parque submarino. No entendía
muy bien el por qué lo de parque, hasta que bajamos.
Había algas en todo el fondo, verdes y coloradas, tipo plantitas
y tipo pompones, peces más grandes, agua vivas, estrellitas, había una visibilidad de
unos 6 metros.
Ahí practique otro tipo de entrada, que fue desde lo alto, y me
fue muy bien, para mi seguridad estaba mi instructor abajo, estuve muy tranquila, abajo
como guía iba el capitán de la embarcación, llegamos al fondo.
Pero entonces volvimos a subir por el cabo del ancla, porque una
de las chicas flotaba y se fue a la superficie. Entonces, para volver al fondo, me dio una
sensación rara porque no lo veía. Veía nada más que a mi "profe", a mi
compañera y las burbujas de los chicos que estaban abajo. La foto es de este lugar.