Viaje
inolvidable...
tiburones en Nassau
por Orlando Espinoza

stábamos
planeando un viaje familiar a Orlando, cuando navegando por Internet observé
que en Nassau (Bahamas) se ofrecían programas para bucear con tiburones.
Averigüé, coordiné, pagué... y ahí estábamos con mi familia, camino a
Orlando, con escala en Nassau para ver a los tiburones.

Buceando con
tiburones en Bahamas
(C) Antonio Miguel García
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Resulta que en Nassau nadie habla español y
el inglés es poco menos que japonés, porque con el acento que tienen no se
entendía nada. De todos modos conseguí un instructor portugués que tampoco
hablaba español, pero que lográbamos entendernos en una mezcla de español,
portugués e inglés mal hablado. Este señor, Antoine Dias, me enseñó lo
indispensable para poder calificar para el buceo con tiburones.
Tremenda fue mi sorpresa al llegar al
embarcadero el día "D" y enterarme que mi querido Antoine, la única persona
con la que podía comunicarme en Nassau, no formaba parte de la tripulación.
Cuando me acerqué a él, haciendo acopio de toda la dignidad que me quedaba -que
no era mucha- me enteré por boca de él que ya me encontraba preparado como
buzo certificado y no lo necesitaba para realizar la inmersión.
Un poco valiente y otro poco aturdido me
subí al barco donde luego de zarpar me percaté con terror que el problema no
era que mi instructor no me acompañase, sino que no iba a entender las
instrucciones del buceo.
Empecé a observar al resto de buzos
esperanzado en encontrar algún compatriota de lengua, pero como ese día no
daba una, había alemanes, austríacos y franceses. Lo sé porque pasaron lista
y me gané con los nombrecitos; es más, empecé a preguntarme para que
demonios pasan lista, acaso la gente se pierde o se comen eventualmente a
alguien?
Como comprenderán a esas alturas ya se me
había ido todo lo digno y todo lo valiente y fue en ese momento que la
instructora a cargo nos reunió para hacer el briefing (información e
instrucciones) del buceo. Yo veía que la morena hablaba y vociferaba como
poseída (así hablan allá), mientras crecía mi espanto al imaginarme que
estaba diciendo cosas como por ejemplo: "¡Jamás los miren a los ojos!",
"¡nunca orinen en el agua!" o algo por el estilo y yo me estaba perdiendo
esas recomendaciones.
Entre las pocas cosas que logré captar,
entendí que no debía moverme (debíamos estar arrodillados en el fondo
mientras les daban de comer) y menos agitar las manos o intentar tocarlos
porque podrían pensar que se trataba de comida y ...chau mano!!
Arrodillado en el fondo y rodeado de
tiburones me sentía como Armstrong pisando la Luna o como Hillary en el
Everest. Estaba tan concentrado que no noté que se me estaba acalambrando
una pierna hasta que fue demasiado tarde. Empecé a estirar la pierna y mover
los brazos de tal manera que si hubiera querido que me coman, no lo hubiera
hecho mejor.
El asunto es que no me comieron y que tengo
un vídeo que me recuerda permanentemente uno de los momentos más
emocionantes de mi vida.
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