Combatir
el frío
O como mantenerse caliente
sin importar cuanto frío haga
por Miquel Pontes
 fortunadamente
la hipotermia se puede evitar y se manifiesta con síntomas claros: uno
siente frío y tiembla. Desafortunadamente, aquí es donde se acaban nuestros
conocimientos. La mayoría de los buceadores tan solo tenemos una vaga idea
de cómo mantenernos calientes dentro y fuera del agua, y muchas de las ideas
y trucos que tenemos para combatir el frío consiguen únicamente enfriarnos
de forma aún más rápida.
Entender y evitar la hipotermia tiene
sus beneficios, pues aumenta el confort y la seguridad, y de paso permite
ampliar la temporada de buceo que, de otra forma, se limitaría a los meses
con las aguas más cálidas.
Efectos del frío
El frío es uno de los principales
enemigos del submarinista, más peligroso en tanto que no nos ataca
rápidamente sino de forma silenciosa e implacable.
El Mediterráneo es un mar cálido dado
que su temperatura media es de unos 13ºC y, aunque en verano la temperatura
del agua llega a los 25ºC, en invierno podemos llegar a sumergirnos a
temperaturas de 8ºC, lo que ya es una inmersión en agua fría, como si
hubiera salido de cualquier nevera.
La temperatura del cuerpo humano es
de unos 36,5ºC y se mantiene estable en los individuos sanos, con
independencia del medio en que se encuentren, para asegurar el correcto
funcionamiento de las complejas reacciones químicas que mantienen la vida.
El cuerpo humano se encarga de quemar la energía necesaria para mantener
dicha temperatura, partiendo de los alimentos ingeridos y, cuando es
necesario, de las reservas acumuladas.
Sumergirse en agua fría reduce la
temperatura corporal, por lo que se ponen en marcha una serie de mecanismos
automáticos, como la vasoconstricción, el temblor muscular y otros, para
conservar el calor del cuerpo.
Si el agua está demasiado fría, los
mencionados mecanismos pueden no ser suficientes y la temperatura del cuerpo
baja. Si esta temperatura se sitúa por debajo de los 35ºC (en el interior
del cuerpo, no en las extremidades donde siempre es algo más baja), hablamos
de hipotermia.
Los efectos de una hipotermia leve -fatiga,
entumecimiento e incluso dolor- pueden ser peligrosos si, de repente, nos
encontramos en una emergencia subacuática. Por ello, dichos síntomas
desaconsejan, aunque no impiden, una inmersión “normal”.
Los efectos de una hipotermia
moderada o severa incluyen confusión mental, alteraciones del habla, amnesia,
apatía, laxitud, baja coordinación muscular, incremento del riesgo de
accidente de descompresión, baja presión arterial, fallo cardíaco, coma e
incluso muerte.
Evidentemente hay que tener en cuenta
algunos factores más, aparte de la evidente incomodidad, cuando hablamos del
frío y del buceo.
El agua fría
El agua está fría incluso cuando
parece estar caliente. Debido a que la conductividad térmica del agua es 26
veces superior a la del aire, incluso la temperatura del agua en los mares
tropicales puede enfriar el cuerpo humano de una forma sorprendentemente
rápida.
Por ejemplo, el agua a 25ºC absorbe
el calor del cuerpo tan rápidamente como el aire a 5ºC. El resultado es lo
que se conoce como “hipotermia silenciosa”.
Después de pasar todo un día en agua
a 25ºC, el interior de nuestro cuerpo se enfría tanto que empieza a sufrir
algunos de los síntomas de la hipotermia: fatiga y, según algunos estudios
recientes, confusión mental. El enfriamiento es tan gradual que la piel
nunca estará fría y uno no llega a temblar, pero los efectos nos afectan
igualmente.
¿Qué traje debemos adquirir para
combatir el frío?
Muchos buceadores experimentados
proponen añadir capas de neopreno al traje estándar para evitar pasar frío.
La solución típica es recomendar un traje de dos piezas, en vez de un
monopieza y, si aún se pasa frío, emplear un chalequillo de neopreno bajo el
traje. También se aconseja el uso de escarpines blandos, a guisa de
calcetines, bajo los escarpines duros.
Pero no es el número de capas de
neopreno, ni su grosor, lo que nos protege del agua fría, sino el hecho de
cortar la circulación de agua en el interior de nuestro traje. Por ello hay
que evitar, a toda costa, las entradas y las bolsas de agua en el interior
del traje.
El hecho de vestirse con más capas de
neopreno puede tener este efecto “de relleno” y mejorar notablemente la
resistencia al frío, pero generalmente lo hace a costa de una cierta
incomodidad: el neopreno ofrece resistencia a los movimientos, lo que
redunda en un mayor cansancio del buceador, el cual tiene que “pelearse” con
la presión del traje cuando mueve un brazo o una pierna, e incluso cuando
respira.
Es muy importante adquirir un buen
traje para combatir el frío. Muchos fabricantes optan por fabricar “trajes
de verano”, que son los más populares entre los buceadores, porque son
relativamente cómodos, si bien su protección contra el frío suele ser
limitada cuando las aguas están algo más frías.
Es recomendable, para quien esté
buscando un buen traje, que compruebe una serie de características mínimas.
El traje ideal debe tener un grosor
de 5mm para su uso exclusivamente en verano y de 7mm si se va a emplear
durante todo el año. Debe quedar ajustado al cuerpo (aunque no debe ser
demasiado estrecho) y se deberá comprobar que no forme arrugas ni bolsas en
brazos y piernas y especialmente en la espalda, en la zona lumbar. Para las
mujeres el traje ha de estar adecuadamente diseñado, bien ajustado en pecho
y cintura.
No hay dos cuerpos iguales, y por
tanto no todos los trajes valen para todo el mundo. Para adquirir un buen
traje se deberá seleccionar preferentemente aquellos fabricantes que nos
faciliten adaptarlo a nuestras medidas, lo que algunos hacen sin costo
adicional.
La calidad de la goma es muy
importante, por lo que el comprador deberá probar “al tacto” la calidad de
la goma y optar por la más esponjosa, que recuperará mejor la estructura de
celdillas aislantes interiores. Los trajes de consistencia “acartonada”
deberán ser descartados porque la calidad del neopreno no es adecuada,
probablemente porque haya envejecido.
Es imprescindible que un buen traje,
especialmente si se va a bucear en invierno, tenga “manguitos” de goma lisa
en parte interior de las extremidades (muñecas y tobillos) y en la zona de
la capucha cercana a la cara.
Esta lección, aprendida de los trajes
semi-secos, está muy poco extendida entre los fabricantes de trajes,
especialmente en sus modelos económicos o de “gama baja”.
Los “manguitos” son altamente
recomendables para los buceadores frioleros, puesto que cortan las entradas
de agua en el traje, aunque se complique un poco la tarea de ponerse el
traje, debido a la gran adherencia de este tipo de goma a la piel. Un poco
de agua con jabón facilita dicha operación.
Capucha
Hay personas que han
aprendido a bucear en zonas tropicales, donde a menudo los trajes que se
emplean no tienen capucha. Debemos tener en cuenta que la cabeza es la
responsable del 40% de la pérdida de calor corporal. ¿Cómo es ésto posible?
Resulta que un gran porcentaje de la
sangre fluye a través de la cabeza, la mayor parte simplemente circula bajo
el cuero cabelludo. Además, los vasos sanguíneos de la cabeza, a diferencia
de los vasos sanguíneos de los brazos, piernas y torso, no se contraen por
efecto del frío. Este gran flujo sanguíneo, cercano a la piel, se enfría más
fácilmente y cuando vuelve al cuerpo, enfría los órganos interiores,
acercando al submarinista a la hipotermia.
Llevar una capucha mal ajustada es
casi tan malo como no llevar capucha. Al adquirir el traje, hay que
comprobar que la capucha se ajuste bien a la cara, englobando el mentón en
su estructura. Hay muchos modelos de traje mal diseñados que no cumplen este
requerimiento.
Además, la abertura facial deberá
estar rodeada de goma lisa, que se adhiere mejor a la piel, si deseamos una
buena protección contra el frío. También deberemos fijarnos en que la
cremallera del traje quede bien cerrada cuando lo llevamos puesto.
Las personas con el cabello largo
siempre van a estar peor protegidas contra el frío que las que lo lleven
corto. Esto es así debido al aire que queda atrapado entre el cabello, el
cual provoca una bolsa de agua fría en la nuca y el cuello, que se va
renovando con el movimiento de la cabeza. El cabello largo significa una
sola cosa: frío. Puede anularse en parte este efecto empleando, bajo la
capucha, un simple gorro de piscina.
Guantes
Aquí tenemos un problema. Los dedos
de las manos tienen una relación volumen-superficie bastante alta, por lo
que pierden calor fácilmente. Asimismo son los primeros en perder el flujo
sanguíneo cuando el cuerpo contrae los vasos sanguíneos por efecto del frío.
Muchos submarinistas llevan guantes
finos en agua fría para poder manejar los controles de su ordenador de buceo,
cámaras de fotos, etc. pero pierden tanta destreza por culpa del frío que
bien podrían haber llevado manoplas de neopreno. Los guantes o las manoplas
de tres dedos son probablemente la mejor apuesta contra el frío, aunque son
difíciles de encontrar por nuestras latitudes.
¿Qué nos aísla del frío?
Una creencia común es que el
aislamiento del traje proviene esencialmente de la capa de agua caliente que
mantiene contra el cuerpo. Esto no es totalmente cierto. Lo más que se puede
decir de la capa de agua que rodea el cuerpo del buceador es que, una vez
caliente, ya no es perjudicial.
Lo que hay que evitar es la
circulación de agua fría en el interior del traje por culpa de tenerlo mal
ajustado. El cuello suele ser el punto por el que entra mayor cantidad de
agua (un motivo más para que éste tenga capucha).
Si se puede evitar la entrada de agua
en el traje reparando una costura o cambiando una cremallera, puede uno
considerarse afortunado. Lo que pasa a menudo es que la forma del cuerpo
cambia con el movimiento, provocando bolsas de agua entre el traje de
neopreno y el cuerpo. Al mover las extremidades, éstas van bombeando agua
fría dentro del traje y expulsando el agua caliente al exterior.
El aislamiento de un traje de buceo
se basa, esencialmente, en las miles de minúsculas burbujas de gas
contenidas en la goma de neopreno. El grosor del neopreno incrementa el
número de burbujas y por tanto el aislamiento, pero tiene ciertos límites
prácticos, puesto que a partir de ciertos grosores (típicamente 7mm) cuesta
mucho esfuerzo vestirse y moverse con el traje puesto.
Las pequeñas burbujas de gas
contenidas en el interior del neopreno van desapareciendo conforme pasa el
tiempo y, además, el material va perdiendo sus propiedades elásticas. Es lo
que se conoce como “envejecimiento”. Por esta razón, un traje de 5 años no
aísla tan bien como uno nuevo.
Guardar el traje de forma inapropiada
acelera el proceso de degradación. Si se guarda el traje bajo una pila de
cosas que lo van aplastando, las burbujas del neopreno desaparecerán mucho
antes y pronto se necesitará un traje nuevo. Lo ideal sería guardarlo
estirado sobre una superficie lisa, pero como es poco práctico, con colgarlo
de una percha hay bastante.
Cabe destacar que, al bucear, la
presión del medio aplasta las burbujas contenidas en la goma de neopreno,
por lo que reduce el efecto aislante de forma gradual. Si se tiene mucho
frío, es aconsejable realizar inmersiones poco profundas.
Comida
La comida, ya sea fría o caliente,
nos da energía para pelearnos con el equipo, bucear y combatir el frío
mediante la generación de calor corporal al metabolizar el alimento. Se
debería comer también entre inmersiones.
Curiosamente, la temperatura de la
comida tiene muy poca relevancia a la hora de añadir calor a nuestro
organismo. Por otra parte, la costumbre de tomar un café bien caliente añade
muy poco calor a nuestro cuerpo, mientras que la cafeína es diurética. La
orina, junto con otros problemas, es otra pérdida de calor importante.
Ya que lo comentamos...
¿Por qué necesitamos orinar cuando tenemos frío?
Por culpa de la diuresis de la inmersión. Este punto
está relacionado con la estrategia del cuerpo en la conservación de calor,
al contraer los vasos sanguíneos cercanos a la piel. Esto hace que una mayor
cantidad de sangre pase hacia el centro del cuerpo, en donde se mantiene más
caliente.
El hipotálamo, que no parece estar bien informado,
cree que ha aumentado el volumen de sangre del cuerpo e instruye a los
riñones para que evacuen el exceso de líquido, de ahí que se tengan ganas de
orinar.
No podemos hacer nada para prevenir este hecho, ya
que deshidratarnos intencionadamente para evitar tener ganas de orinar puede
causar otros problemas y nos hace más susceptibles a la hipotermia.
Cómo resistir el frío
Para resistir mejor el frío en las
inmersiones deberemos estar en buena forma física y sentirnos bien
descansados, hidratados y alimentados.
Por otra parte, deberemos tener en
cuenta que ciertos medicamentos pueden interferir con los mecanismos de
conservación de calor, normalmente porque impiden la vasoconstricción. Los
antihistamínicos son particularmente sospechosos de este efecto.
El alcohol es, contra la creencia
popular, un aliado del frío, puesto que provoca una dilatación de los vasos
sanguíneos cercanos a la piel, facilitando el enfriamiento de la sangre e
impidiendo que el cuerpo conserve el calor.
Así la copita de coñac después de una
inmersión hivernal está completamente contraindicada para entrar en calor y,
aunque la sensación inicial sea reconfortante, el efecto general sobre el
cuerpo es contraproducente.
El tejido adiposo es un aislante
perfecto, permitiendo que las personas gruesas resistan mucho mejor el frío
durante la inmersión que las personas delgadas. Una buena solución contra el
frío sería aumentar de peso, aunque tampoco es recomendable.
De todas maneras, lo importante es
estar en forma y tener una buena salud. Esto hace que todos los sistemas del
cuerpo funcionen eficientemente.
Una ducha caliente entre inmersiones,
al contrario de lo que nos pudiera parecer, probablemente nos enfriará aún
más. El agua caliente hace que nuestra piel se sienta mejor, pero dilata los
vasos sanguíneos de la piel, haciendo que la sangre caliente almacenada en
el interior de nuestro cuerpo pase a través de los músculos, todavía fríos,
que la enfrían a su vez. Cuando esta sangre vuelve al interior de nuestro
cuerpo, enfría los órganos internos.
Un estudio reciente sobre buceadores
en hielo demostraba que aquellos buceadores que se daban una ducha de agua
caliente entre inmersiones no resistían tan bien las inmersiones sucesivas
como aquellos que se mantenían “fríos”.
En vez de la ducha caliente es mejor
emplear una prenda de abrigo para protegernos del viento y no perder más
calor corporal.
En el aire la evaporación es el
factor más importante de enfriamiento, puesto que el efecto del aire sobre
nuestro traje húmedo lo convierte en un eficiente aparato de aire
acondicionado. Si nos mantenemos aislados del viento, reduciremos
drásticamente el enfriamiento por evaporación.
La actividad muscular genera calor.
Por ello, una de las reacciones del cuerpo cuando se reduce la temperatura
más allá de los límites tolerables es hacer temblar los músculos, los
conocidos escalofríos, el castañeteo de dientes y los temblores
incontrolables. Pero en el agua estos temblores aceleran el flujo de calor
del interior del cuerpo al exterior. El resultado es que nos enfriamos más
rápido.
Muchos buceadores opinan que se
sienten mejor en las inmersiones invernales en las que tienen que aletear
mucho. Puede que aparentemente se sientan mejor, pero la circulación de la
sangre por los músculos del cuerpo, sumergidos en un medio frío, hace que el
interior del cuerpo se enfríe más deprisa una vez más.
Cuando se bucea en agua fría es mejor
no moverse mucho, minimizar el tiempo bajo el agua, especialmente en las
zonas más profundas, donde la compresión anula en parte los efectos
aislantes del traje y donde la pérdida de calor debida a la respiración es
mayor.
Si se tiene que nadar hacia el barco
al finalizar una inmersión, es mejor hacerlo por encima de la termoclina y,
si no hay muchas barcas que comprometan nuestra seguridad, deberíamos nadar
justo bajo la superficie. Si se empieza a temblar, se deberá salir
inmediatamente a la superficie, puesto que es uno de los primeros síntomas
de hipotermia.
El frío es un gran enemigo al que
debemos conocer y respetar. Por lo demás, las inmersiones en invierno son
muy interesantes y completamente diferentes a las del verano, tanto por el
tipo como por la cantidad de fauna que se puede encontrar. Con un buen traje
y los conocimientos adecuados, bucear en agua fría no tiene porque ser un
problema.
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