Encuentros
extraños
por Jan Postberg
Traducción
de Miquel Pontes
e
vez en cuando, bajo el agua tienen lugar encuentros extraños que plantean
más de un enigma a los buceadores experimentados en biología. Las
dificultades empiezan cuando uno no encuentra información en la literatura habitual empleada para la
determinación de especies y no se tiene ni idea de la posible familia a la
que pertenece la especie observada.
Tuve uno de estos encuentros hace algunos años
cuando buceaba en aguas del cap de Creus, cerca de Cadaqués, en el
Mediterráneo. El cap de Creus es el punto más oriental de España y es
la zona que más se adentra en las aguas abiertas del Mediterráneo. Los puntos de
buceo de este paraje se cuentan entre los más bonitos y con mayor biodiversidad de todo
el Mediterráneo.
Su posición expuesta y el amplio abanico de
corrientes existentes aseguran el reencuentro con una serie de especies
raramente observables en otros lugares, pues son de aguas abiertas e
incluso profundas.
En la época de reproducción no es extraño
encontrar rapes (Lophius piscatorius), que habitualmente solo se encuentran
a grandes profundidades. También es un encuentro habitual el pez luna (Mola
mola) así como otras especies que solo viven en mar abierto.
En primavera he podido observar grandes cantidades
de medusas, que habitualmente solo se hallan en mar abierto, a lo largo de
nuestras inmersiones. A menudo acompañan a estas especies extraños
animales que se observan muy raramente,.
Mi primer encuentro extraño tuvo lugar en la
Semana Santa de 1999, cuando descubrí grandes "cosas" flotantes
que parecían limpiadores de tuberías. Una inspección más detallada
reveló que estas "cosas" estaban formadas por multitud
de seres más pequeños que, obviamente, habían formado una colonia.
Estos animales pertenecen a un grupo especial de
medusas que se llama Siphonophora. En este orden aparecen los tipos más
grandes y más bonitos de medusas. Se les encuentra a cualquier
profundidad.
Las colonias de estos cnidarios están formadas por gran
número de pólipos individuales que poseen funciones especializadas.
Así, algunos individuos se especializan en comer, otros se dedican a la
caza y a la defensa y otros se especializan en la reproducción.
Un dato interesante es que las
campanas natatorias de algunas de estas especies están llenas con monóxido del
Carbono (CO), un gas sumamente venenoso para los humanos, pues
obstruye el trasporte de oxígeno en la sangre.
Tuve dos encuentros aún más enigmáticos en la
primavera del 2000. Pasando de una roca a otra miré por casualidad hacia la
superficie y vi un animal de cuerpo en forma de pez, transparente, y que
nadaba bastante rápido. En el extremo que me parecía que era la cabeza
tenía pequeños ojos puntiformes. Además, el animal poseía una trompa.
Estaba claro que no era un pez, pero... ¿qué era entonces?
La forma y el estilo de vida del animal no
encajaban en ningún modelo conocido. Aquí empezaron mis dificultades.
¿Cómo puede uno clasificar sistemáticamente un animal, si no se tiene
ni idea de a qué taxon pertenece el animal? Tuve la intuición de que de
alguna manera pertenecía a los nudibranquios o a algún tipo de molusco
similar. No descubrí esto por su forma, sino porque excluí los taxones a
los que NO podría pertenecer.
Asumiendo este punto, tuve éxito en una búsqueda
directa. El extraño animal era un molusco nadador del orden Heteropoda
que medía aproximadamente 30 centímetros de longitud. Este animal es
extremadamente ágil y probablemente sea el más rápido del mundo en su
clase, lo que le permite incluso capturar peces para alimentarse.
Mi segundo encuentro extraño en esa primavera
estaba un poco más claro. Por lo menos, seguro que era un pez, pero para
adivinar este punto me lo tuve que mirar dos veces. Lo que observé
primero no era típico en absoluto de los peces. Tenía una forma larga,
muy delgada que flotaba sobre largas "alas" entre dos aguas.
Primero pensé que era una medusa rara. Pero al
fijarme en el costado del animal vi que era un cuerpo de un pez fino.
Estaba tan delgado que visto desde abajo casi no se distinguía. Usaba las
grandes aletas pectorales como si fueran velas para navegar en la
corriente y también destacaban el tamaño de la aleta de cola y de la
aleta dorsal, que eran enormes en comparación con el tamaño del cuerpo.
Además, este pez nadaba con la cabeza dirigida
hacia la superficie del agua. Determinar la especie del pez era sumamente
difícil y me tomó más de dos semanas. Nadie conocía esta especie y
tampoco la encontré en la literatura. Los buceadores presentes me
hicieron comentarios jocosos sobre la intoxicación por nitrógeno y cosas
así, pero observé el pez a tan sólo 8 metros de la superficie.
Busqué en la biblioteca del Instituto de
Biología Evolutiva de la Universidad de Witten/Herdecke y en Internet y
encontré la solución. Este pez era un juvenil de "lista"
[nombre FAO]("dealfish" en inglés) de la especie Trachipterus
trachypterus que medía unos 15 centímetros.
Éstos peces viven habitualmente en medio del
océano a profundidades que oscilan entre los 200 a 1000 metros, se
consideran, por tanto, batipelágicos. Los adultos, que llegan a tener una
longitud de unos 3 metros, son predadores y se alimentan de calamares y de
otros peces.
Es muy raro encontrarse con este pez y es muy
difícil identificarlo. El buzo que tiene la suerte de tener esta
experiencia se siente como un descubridor. Los encuentros con estas
especies que, normalmente, no están al alcance de los buceadores
constituyen un tipo de aventura especial.
Ya estoy impaciente para ver qué especies me voy
a encontrar la próxima vez que bucee en el Mediterráneo. Por si acaso,
abriré bien los ojos.
Libros
- Riedl, R.,: Fauna y Flora del Mediterráneo,
Editorial Omega
- Kaestner A.: Lehrbuch d.Spez.Zoologie, Bd.II: Wirbeltiere, Teil 2: Fische,
Gustav Fischer, Jena
Internet

© Jan
Postberg 2001
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