M@re Nostrum

Pecios de Menorca
El "Santa Clara"
Por Alfonso Buenaventura

Artículo reproducido por gentileza de

l día 20 de abril de 1983 la Comandancia de Marina hacía zarpar sin demora desde el puerto de Mahón al remolcador "Remolcanosa Catorce", llevando a bordo al práctico don Bartolomé Rigo, con el fin de ir a auxiliar al barco denominado "Santa Clara", nombre con el cual pudo comprobarse que figuraba inscrito en el Lloyd´s Register de Londres. 

Éste permanecía a la deriva a unas 47 millas al NE de Menorca tras ser sorprendido por un fuerte temporal y producírsele una grave avería. Su capitán era de nacionalidad inglesa. 

Tras peinar la zona en que se suponía se hallaba la embarcación, finalmente era localizada transcurrido no mucho tiempo, aunque teniendo algún que otro contratiempo. 

El primer contacto se había producido cuando se encontraban a unas 10 millas del mismo. Contactados con su capitán, éste comenzó a darles instrucciones, pretendiendo hacerles permanecer a distancia, parece ser, que para deshacerse del alijo de tabaco de contrabando que presuntamente portaba a bordo, tirándolo por la borda. De hecho, a los dos días, se veían flotando en las aguas cercanas a la costa miles de cajetillas de tabaco.

Los orígenes del barco fueron como pesquero, y al paso de los años cambiaría de propietarios hasta llegar el día en que era remolcado hasta el puerto de Mahón, cuando su función entonces no era ya muy clara.

El remolcador estuvo largo rato dando vueltas obligado por la astucia del capitán del pesquero, hasta que sufrió una avería en su motor. En estas condiciones tuvo que comunicar a Mahón la avería sufrida, tras lo cual se hacían a la mar los pesqueros "Rosa Santa" y "Port de Llansá", procediendo a remolcar, uno al pesquero y, el otro, al remolcador.

Era el auxiliado un barco pintado de blanco, muy viejo y que rezumaba óxido por todas partes. Tras ser convenientemente entalingado, era conducido de remolque hasta el puerto. Poco tiempo después de haber pisado tierra, los tripulantes marchaban de la isla, dejando el barco prácticamente abandonado y, al parecer, en manos de las aseguradoras en el actual muelle de cruceros turísticos. 

Como pasara el tiempo y no se vislumbrara una solución aparente en el caso, era nuevamente remolcado y definitivamente amarrado en los muelles de la Estación Naval, concretamente en la cara E del muelle de la Illa d´en Pinto. 

El barco presentaba un aspecto de verdadero montón de chatarra y prácticamente demostraba que no tenía ninguna utilidad futura. 

Pasaron tres años y comenzaron a producirse vías de agua, por lo que se decidió echarlo a pique, ya que la construcción era de hierro, su desguace costoso y de hundirse en su amarre, el problema sería después para recuperarlo del fondo. 

En estas condiciones, fue remolcado hasta llegar al través de Sa Cigonya, en la costa de Binissaida de sa Torre, en un día en que el NE soplaba con fuerza. El hundimiento se tenía que llevar a cabo por medio de la explosión controlada de una carga instalada en su interior, que fallaría en el primer intento. 

La fuerza del viento y de la corriente lo arrastraron hacia la costa de Rafalet, por lo que tuvo que ser recuperado por el remolcador y llevado nuevamente mar adentro, donde le fueron repuestas las cargas. La nueva explosión reventó su parte de popa y el barco quedó rápidamente en posición vertical, aunque no acababa de hundirse puesto que la proa contenía alguna cámara con aire que retardaba su ansiado final. 

La detonación había tenido lugar a una milla al través de la finca Son Vidal, pero su hundimiento definitivo lo dejó situado a mitad de camino desde el punto de la explosión, a la Punta de Rafalet, en la urbanización S´Algar, en un fondo de 47 metros. En un principio costó bastante la localización de su situación exacta, pero actualmente el barco es asiduamente visitado por escafandristas de los diferentes centros de buceo que existen en sus inmediaciones.

Se mantiene en posición adrizada y se encuentra recubierto de gran cantidad de vida marina. No muy lejos de él se encuentran los restos de un vehículo de tierra del ejército que debió caer en algún transporte y de un avión alemán de la última guerra mundial.


© Alfonso Buenaventura

 

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