Pecios
de Menorca
El "Malakoff"
Por Alfonso Buenaventura
Artículo reproducido por
gentileza de


l 2 de enero de 1929 ocurría un trágico accidente marítimo frente a
las costas del extremo SW de la isla de Menorca. Fue un siniestro con
desenlace muy rápido, en el que el barco mercante de bandera francesa
"Malakoff" se hundía en muy pocos minutos llevándose consigo a la mayoría
de sus tripulantes. El barco, un carguero de 7.000 toneladas de
desplazamiento, con 35 hombres como tripulación y 2 mujeres como pasajeras
(se trataba de las esposas del capitán y del primer maquinista), de la
matrícula de Rouen y perteneciente a la Societé Auxiliaire del Chargeurs
Français, navegaba desde el puerto norteafricano de Argel hacia el de Marsella,
rozando la costa W de Menorca a la que debía dejar por su estribor.
La
compañía lo había adquirido en 1926 y lo había sometido a una fuerte
remodelación para destinarlo a las rutas entre Francia y sus colonias
tropicales: Reunión, Martinica y Guadalupe, en las Antillas.
Según se
escribió en los medios de comunicación de la época, cuando ocurrió el
trágico siniestro, el vapor procedía de las islas de Madagascar y Reunión
y tras cruzar el Canal de Suez, había realizado una escala en Argel antes
de continuar ruta hasta Marsella.
Según los datos que obran en poder de la
Lloyd's Register Building, de Londres, el buque había zarpado del puerto
belga de Antwerp, con destino a Madagascar y Reunión, en el Indico,
cargado de cemento, acero, maquinaria para la construcción, porcelana,
azulejos y el yate que se supone propiedad del propietario que jugaría una
baza importante en el salvamento de algunos de los pocos supervivientes de
la catástrofe.
El barco cruzó el Estrecho de Gibraltar con rumbo al Mar
Rojo atravesando el Canal de Suez, rumbo que difiere al manifestado por
los supervivientes en su momento. Por ello, hoy en día continúa sin
saberse a ciencia cierta el porqué del desvío en la derrota para acercarse
a la costa de Menorca. Una suposición sería la orden de tomar alguna
partida de carga en el puerto de Marsella.
La noche del 2 al 3 de enero
era cerrada, extremadamente brumosa; la visibilidad estaba reducida al
máximo por la intensa niebla. En estas circunstancias, parece ser que o el
timonel perdió el rumbo, o el oficial de guardia le debió dar equivocado
el que debía de seguir con la fatalidad de poner proa contra el accidente
denominado Escull d´Es Governador, situado más a babor de la Torre
d´Artrutx, que se encuentra en el margen W de Cala en Turqueta, término
municipal de Ciutadella en su costa sur. Ello ocurría a poco más de las
once de la noche.
Al parecer, las versiones más fundamentadas indican que
el responsable del vapor en el momento del accidente confundió esta Torre
d´Artrutx con el Faro d´Artrutx, con una separación entre ambos de unas cuatro millas.
Por ello, al dejarla
por estribor, contaban con doblar el Cap d´Artrutx y remontar hacia el N,
algo que no sucedería, dándose de lleno con el escollo aludido.
Al
comenzar a hundirse el barco, tanto sus 35 tripulantes como las 2 mujeres,
saltaron rápidamente sobre los dos botes de salvamento que habían logrado
botar al agua.
La rapidez con que se producía el hundimiento impedía hacer
uso de la totalidad de los aparejos de salvamento con los que estaba
equipado el vapor.
Uno de los botes, con seis tripulantes a bordo, había
logrado mantenerse a flote tras haber zozobrado mientras que el otro, por
el momento estaba desaparecido. Viendo el resplandor del faro y la
proximidad de la costa, comenzaron a gritar desesperadamente en pos de
conseguir auxilio.
Los torreros del Far d´Artrutx creyeron oír algo;
incluso se asomaron y no vieron nada, cuando serían más o menos las cinco
y media de la mañana. Al seguir oyendo gritos, volvieron a salir al
exterior de la instalación detectando esta vez la presencia del bote y sus
ocupantes terriblemente extenuados, luchando con las olas.
Inmediatamente
les lanzaron un cabo y con serias dificultades lograron ayudarlos a
alcanzar la tierra. Entre los supervivientes se encontraba el primer
oficial del barco siniestrado el cual no podía precisar el punto exacto de
la costa menorquina en el cual se había producido el impacto puesto que el bote a bordo
del cual habían logrado salvar sus vidas había sido arrastrado durante
varias horas por la corriente en medio de una visibilidad prácticamente
nula.
Una vez explicada su situación el personal de tierra, los
voluntarios se pusieron rápidamente a buscar el rastro de la segunda
embarcación sin que se lograra avistar o hallar nada en absoluto.
Para
colaborar en el rescate zarpó del puerto de Ciutadella una embarcación del
bou a la que se sumó el guardacostas "Tetuán" de la Armada Española.
Algunos de los reunidos, locales, opinaban que muy bien el barco pudiera
haberse estrellado con el Baix dels Espets (na Cap de Porc, Seca des
Vapor), aunque no sería así.
Esos días existía una visibilidad
prácticamente nula por cuanto el tiempo era lluvioso y muy frío. A
intervalos incluso había nevado. La búsqueda continuó durante toda la
jornada siguiente sin lograr encontrar nada, ni del barco ni del bote
salvavidas desaparecido o persona que pudiera pertenecer a la tripulación,
hasta que por fin, a última hora ya de la tarde unos pescadores de Cala en
Turqueta informaban que a la distancia de una milla de la boca de dicha
cala se podía observar lo que parecía ser la silueta de un vapor hundido,
aunque se continuaba sin rastro de los desaparecidos.
Más tarde, la
embarcación de bou localizaba el otro bote salvavidas y lo llevó a
remolque al puerto de Ciutadella. El comandante de Marina ordenaba que los
vapores correos "Balear" y "Monte Toro" que extremaran la vigilancia a su
paso por la zona, por lo que el segundo varió su rumbo y efectuó la ruta
a Barcelona por el S. de la Isla.
La climatología había variado
nuevamente y el cielo se encapotaba poco después haciendo presa de la Isla
las bajas temperaturas.
Una vez realizados todos los trámites, los seis
supervivientes eran embarcados el día 6 en el vapor "Ciudadela" rumbo a
Palma de Mallorca para su repatriación. Al propio tiempo el operador de la
Estación Radiotelegráfica de la Base Naval de Sóller recibía un mensaje
del vapor "Ville de Paris" que notificaba que cerca de la Illa de l´Aire
había recogido a otros tres supervivientes.
Al llegar a Marsella los tres
supervivientes manifestaban que cuando el "Malakoff" se estrelló contra
las rocas el Far d´Artrutx éste se encontraba apagado.
La noticia, tan
impactante como inverosímil, cayó como una auténtica bomba en la Isla. Y
más especialmente entre los hombres que habían arriesgado su vida para
poder salvar a los seis tripulantes los cuales se habían deshecho en
elogios a favor de sus salvadores. Quizá fuere por vergüenza a reconocer
su error y haber chocado contra la costa y perder su barco o por un fallo
humano al interpretar las cartas marinas y libros de faros, confundiendo
el Far d´Artrutx con la Torre d´Artrutx, situada varias millas más al E.,
en la atalaya del mismo nombre.
Según se comentaba las causas podían ser
una mala orientación del oficial de guardia quien, o no vio el faro, o si
lo vio lo tomó por otro de los existentes en la isla tomando una ruta
equivocada, o confundió la torre d´Artrutx por el faro d´Artrutx como se
ha dicho.
Los técnicos suponían que al embestir el buque contra las rocas,
el oficial ordenaría inmediatamente "atrás toda" tras parar y el buque,
seriamente averiado por el fuerte encontronazo, se hundiría rápidamente
motivado por su carga consistente en 4.353 toneladas de hierro, otros
metales y cemento.
Ello lo corroboraría el hecho de que tan sólo se salvaran 9 personas
que serían los que se hallaban en aquellos momentos en cubierta o de
guardia, información que confirmarían los supervivientes salvados por los
torreros.
De este modo, poco antes de embarcar rumbo a Palma, el 1er.
oficial del "Malakoff" había dirigido dos escritos al diario local de
Ciutadella "El Iris" que desautorizaban totalmente las declaraciones
realizadas por sus tres compañeros rescatados por el "Ville de Paris" a su
llegada a Marsella.
El capitán del vapor correo "Monte Toro", que una hora
antes había pasado por el mismo lugar del siniestro, corroboraría la
información referente a que el faro se encontraba luciendo normalmente.
Incluso los seis supervivientes que fueron rescatados por los torreros
declararon que habían bogado toda la noche para dirigirse a tierra tomando
como referencia la luz del faro. Pese a que el honor de los esforzados
torreros quedó correctamente reivindicado, no recibirían por su heroico y
humanitario proceder ni el agradecimiento oficial de las autoridades
francesas, ni tampoco las españolas supieron estar a la altura que merecía
el comportamiento de ambos funcionarios.
Por lo que respecta a la
recuperación del barco, que se encuentra en la posición 39º 55´ N y 03º
54,34´ E, el 10 de octubre se subastaba el bote de salvamento utilizado
por los seis náufragos, que medía 8 metros de eslora por 2,50 metros de
manga. El 7 de noviembre se realizaría una segunda subasta.
El 2 de julio
de 1954 se iniciaron los trabajos de desguace de la nave por cuenta del
empresario don José López, que continuaron hasta octubre de 1958. Para
llevar a cabo los mismos desplazó desde Mallorca a la embarcación
"Saldes", equipada con diferentes aparejos para poder llevar a cabo la
recuperación de los materiales que se iban desmontando.
Esta embarcación
atracaba bastante en Cala en Turqueta para recoger víveres o descargar
materiales, con lo cual, su tripulación había hecho amistad con los
pescadores locales.
En estos trabajos les estuvo ayudando un buzo de la
Estación Naval de Mahón que perdería la vida debido a un fatal accidente. Como es sabido
los buzos trabajan en el fondo unidos a la superficie por un tubo a través
del cual respiran el aire insuflado desde una bomba manual y un cabo de
seguridad que, en el supuesto de una emergencia, sirve para subirlo a la
superficie rápidamente. Sucedió que la gran plancha que había cortado del
casco del barco se soltó y con uno de sus bordes cortantes, segó tanto el
tubo del aire como el cabo de seguridad, de tal forma que quedó atrapado
en el fondo debido a lo pesado de su traje y accesorios.
El otro buzo que
intervenía en los trabajos, que pertenecía a la empresa, cuando se dieron
cuenta de lo sucedido, al no tocarle turno, lógicamente se encontraba
desprovisto del traje especial. Se colocó inmediatamente la escafandra y,
aún con grave riesgo de su vida, bajó a buscar a su compañero el cual, al
sufrir el accidente había buscado como último extremo, refugio en uno de
los compartimentos en que todavía existían cámaras de aire retenidas desde
el hundimiento. Lo encontró en el interior de un camarote, aunque ya no
tenía aire. Lo subió rápidamente y lo introdujeron en una cámara especial,
pero poco antes de llegar a Ciutadella el hombre ya había fallecido.
Lo que queda del
casco del vapor se encuentra recubierto por considerables restos de redes
procedentes de los bous y arrastreros que faenaban por la zona; es objeto
de visitas continuas por miembros de las escuelas de buceo de la zona,
especialmente del lago de Cala en Bosch, y es un serio peligro para
aventureros solitarios que deseen visitarlo sin acompañamiento debido a
esas mismas redes que se han constituido en una seria amenaza para su
seguridad.
El pecio se encuentra sobre un fondo de arena completamente blanca
que permite delimitar perfectamente la silueta del barco adrizado en cuanto el
submarinista comienza a sumergirse. En su parte central solamente posee
las planchas del fondo y de los pantoques, puesto que las de los costados,
puente de gobierno, máquinas y calderas, han sido desguazadas y
recuperadas del todo.
En su
interior permanecen aún gran cantidad de baldosas, sacos de cemento
solidificados, carbón de la máquina, aceros, etc. que transportaba en el
momento del fatal accidente.
El eje de la hélice, así como el túnel se
mantienen en bastante buen estado, aunque quizás lo más destacable sea la
extraordinaria vida que se ha asentado en su interior, tanto vegetal como
animal: ascidias, nudibranquios, esponjas, gobios, tres colas, serranos,
morenas, meros, congrios, barracudas, palometas, etc. y enormes cardúmenes
de peces deambulan por doquier y, realmente, el pecio merecería recibir
una seria y decidida protección, puesto que es el mejor arrecife
artificial con vida existente en aguas de Menorca.
Será ésta, por el
momento, una meta a tener muy en cuenta por los responsables de la
administración y de los diferentes centros de buceo, llamados a ser sus
vigilantes naturales.

© Alfonso Buenaventura
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