Pecios
de Menorca
Por Alfonso Buenaventura
Artículo reproducido por
gentileza de


enorca está constituída por una pequeñísima porción de tierra y roca
en medio de la mar, expuesta a la acción de los temporales y de todas y
cada una de las variables meteorológicas. Estas se han encargado de ir
tallando a través de los siglos, tanto su aspecto superficial como su
perfil costero, hasta convertirla en la innegable maravilla en la que sus
moradores tenemos el placer de vivir.
Existen en ella parajes realmente
de ensueño, con unas arenas blancas o doradas, y unos azules que van del
profundo al turquesa pasando por toda la gama de tonalidades, que se
solapan con los verdes y los ocres de la tierra firme, formando un
conjunto realmente paradisíaco. Pero esas aguas que sirven de marco
perfecto para el solaz de menorquines y visitantes pueden volverse
fácilmente encrespadas, en donde los más lanzados pueden perfectamente
sacar partido de ellas a través del deporte, hasta que alcanzan unas cotas
realmente amenazadoras,
que sirven para que tengamos siempre muy presente que la mar no
tiene ni tendrá, nunca, amigos.
Los bravos temporales y las temibles
tempestades han producido al paso de los siglos multitud de siniestros
marítimos en cada una de las fachadas costeras de Menorca: Sur, Oeste,
Este, pero quizás cabría recordar que, históricamente también, la que mira
al Norte ha resultado la más castigada de todos los tiempos, la que ha
dado como resultado la mayor parte de los acaecimientos marítimos y, como
consecuencia lógica, la mayor incidencia en pérdidas humanas.
Tomando
el tramo de costa existente entre Cap de Favaritx y Punta Nati, la
estadística resulta cuando menos aterradora, aunque en los últimos tiempos
y gracias sobre todo a los portentosos avances de los sistemas de ayuda a
la navegación, el número de accidentes se ha reducido considerablemente.
Sin embargo, y siempre tiene que existir un "sin embargo", la mayor
incidencia actual discurre entre el amplio segmento de la marina
deportiva, en la que sus patrones cruzan innecesariamente, y en no pocas
ocasiones, la frágil y estrecha frontera que separa lo prudente de lo
temerario.
Buques como el "Francisquita", que se hundió tras colisionar
contra el Escull d'en Nati por un fallo humano; o el "Francina", del que
quizá muchos de los que visiten esta página recordarán todavía, y que fue
a estrellarse tras un titánico y dramático episodio al Racó de sa Cova, en
los acantilados de Son Anglada; o el "Ioannis", que embarrancó en Es
Degotissos, a escasos metros del anterior; el "Torre del Oro", que lo
haría contra Es Cul de sa Ferrada, en la franja de costa de Son Morell
Gran, o el mismísimo "General Chanzy", cuyo trágico episodio en Es Codolar
de Torrenova marcó toda una década; el "Benil", en Cala Tirant y sin
olvidar tampoco las numerosas embarcaciones de todo tipo y porte, que han
venido engrosando el trágico balance estadístico de la zona.
Las
imágenes que se presentan como ilustración de estos reportajes han sido
obtenidas por el magnífico equipo formado por Guido Pfeiffer, director de
las revistas especializadas italianas, SUB y FOTOSUB, y su no menos
dinámica esposa Flory Caló, junto con otras de la costa de Alfonso
Buenaventura, colaborador del diario local y autor de varias publicaciones
de carácter náutico, mostrarán la situación actual de los pecios de los
barcos señalados, a excepción del pecio del "Francina" del que se muestra
una imagen de sus últimos momentos, una vez embarrancado y partido en
dos.
Las imágenes muestran lo que queda actualmente de todos ellos,
junto con las correspondientes al "Ocean Diver" y el "Santa Clara", siendo
destacable la imponente biodiversidad que gravita a su alrededor.
Magníficas fotografías de toda clase de peces, esponjas, corales y
nudibranquios dan una idea de lo que representa su presencia para la vida
del Mediterráneo, tan cuestionada últimamente.
En cambio, las que
muestran el "Georgia K", situado a 100 metros de profundidad, casi a
oscuras, están obtenidas en blanco y negro puesto que es la mejor técnica
para conseguirlo, salvo que se pretenda fotografiar una porción muy
pequeña del pecio. Imágenes que, a pesar de este inconveniente, siguen
siendo indudablemente espectaculares y que marcan un hito, puesto que la
garantía que imprimen esas cotas tan profundas, son precisamente su
salvaguardia frente a los inevitables expolios a los que se han visto
sometidos los pecios en todos los mares del mundo a lo largo de la
historia.

© Alfonso Buenaventura
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