España recupera un galeón
Javier Valenzuela, El País,
4.5.99

Un juez desautoriza la pretensión
de un
millonario de EE UU de hacerse con los
restos de la fragata 'Juno'

Ben Benson, con una moneda localizada
junto
al Juno.
Foto: G. Descheemaerker |
Ben Benson, el millonario norteamericano
reconvertido en buscador de tesoros, no podía ocultar ayer su frustración: tres años de
búsqueda de los restos de la fragata Juno han sido inútiles; España, según la
reciente decisión de un juez de Virginia, es la legítima propietaria del pecio.
"¿Seguirá España con mi aventura?", se preguntaba Benson al tiempo que se
declaraba dispuesto a colaborar. El interrogante no ha tenido, de momento, respuesta en la
Embajada española en Washington.
¿Por qué estaba tan interesado Benson en los
restos de un buque de guerra español hundido el 28 de octubre de 1802, un día de
tremenda galerna, frente a la isla de Assateague, en el Estado de Virginia? Porque, según
cree, aquella fragata, además de más de 400 españoles, transportaba un tesoro de
700.000 pesos de plata, unas 22 toneladas del preciado metal, que hoy valdrían más de
500 millones de dólares (unos 77.000 millones de pesetas). Benson soñaba con convertirse
en un segundo Mel Fisher, que en 1985 arrebató a los cayos de Florida el fabuloso tesoro
del galeón Nuestra Señora de Atocha.
Pero el juez Calvitt Clarke, del tribunal federal
de Norfolk (Virginia), ha tomado una decisión salomónica: el pecio del Juno
pertenece a España; el de La Galga, otra fragata española hundida cincuenta años
antes, a Virginia. Clarke, un experto en estos asuntos, ya adoptó años atrás decisiones
sobre los restos de otros dos buques mucho más conocidos: el Titanic y el Lusitania.
Ahora ha sentenciado según un viejo tratado
internacional, firmado en el año 1763 por Gran Bretaña, Francia y España, para dar
término a sus querellas territoriales en América del Norte. Según el juez, España
cedió en ese tratado los derechos sobre todos los buques hundidos en las costas
norteamericanas antes de esa fecha, reservándose la propiedad de cualquier pecio a partir
de ese momento.
El Estado de Virginia, pues, no tiene autoridad
para permitir a Sea Hunt, la empresa de Benson, continuar su intento de recuperación de
la fragata de treinta cañones Juno, que naufragó frente a la playa de Tom's Cove,
en la isla de Assateague, hoy un parque nacional. Todos los miembros de la tripulación y
el pasaje murieron menos uno. Una vieja leyenda local cuenta que un niño de tres años
fue descubierto atado a una madera en octubre de 1802. El niño fue bautizado por la
comunidad de pescadores isleños como James Alone.
Según la
reconstrucción de la tragedia del Juno hecha por el millonario norteamericano, la
fragata también salió del puerto de Veracruz con un gran cargamento de plata. Benson
obtuvo en 1997 licencia del Estado de Virginia para la búsqueda y rescate del pecio. Se
llevaría el 25% del tesoro encontrado.
Pero España sostiene que no es seguro que haya
tesoro. Según Rafael Conde, ministro consejero de la Embajada de España en Washington,
el Juno tuvo problemas al salir de Veracruz y fue reparado en Puerto Rico.
En esa pausa, el tesoro pudo ser transferido a
otro buque. La oposición española a la búsqueda de Benson se debe, según Conde, al
deseo de no violar la sepultura marina de más de 400 compatriotas.
Benson y Sea Hunt tienen, en cambio, permiso para
intentar recuperar los restos de otra fragata de cincuenta cañones, La Galga, que
se hundió en las mismas aguas medio siglo antes que el Juno. Nadie piensa que La
Galga llevara un tesoro, pero otra tradición local afirma que unos caballos que
lograron escapar a su naufragio, en 1750, son los ancestros de los célebres ponis de
Assateague.
Como ocurre con toda decisión salomónica, las
dos partes han expresado su malestar por no haber conseguido una completa victoria.
"Hemos trabajado muy duro para buscar y rescatar el Juno, nos hemos gastado
más de un millón de dólares en los últimos tres años y ahora nos lo quitan de las
manos para entregárselo a España, que no se ha interesado por este asunto en los
últimos dos siglos", alega Benson.
La Embajada en Washington señala su
"satisfacción por el hecho de que por primera vez se haya reconocido por vía
judicial la propiedad española sobre los restos del Juno, así como la exclusiva
capacidad de España para decidir el futuro de los mismos". Pero España se reserva
el derecho a recurrir la decisión relativa a La Galga.
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