spaña, con el apoyo de Estados Unidos, está librando una dura batalla
legal para hacerse con los restos de una fragata que se hundió frente a las costas de
Virginia en 1802. Es la primera vez que el Gobierno español reclama la propiedad de un
barco hundido en las costas americanas. El objetivo es sentar un precedente que evite a
los buscadores de tesoros apropiarse de unos pecios que, de acuerdo con el derecho
internacional, pertenecen a España.
La "Juno" se fue a pique con 425 personas a bordo.
Hombres, mujeres y niños que habían salido de La Habana con destino a Cádiz. El
cargamento incluía 700.000 pesos de plata, es decir, unas 22 toneladas del precioso metal
que hoy tienen un valor de unos 500 millones de dólares (77.000 millones de pesetas).
El pecio parece que ha sido localizado por un arqueólogo
aficionado, Ben Benson, que ha recuperado dos anclas y algunas monedas pero que todavía
no ha dado con el tesoro. Si acaba descubriéndose será el tesoro español con el valor
económico más importante descubierto hasta ahora. El cargamento de "Nuestra Señora
de Atocha", descubierto por el cazador de tesoros Mel Fisher y recuperado en 1985, se
vendió al mejor postor en una subasta de Christie's que alcanzó los 400 millones de
dólares.
Ben Benson tiene el apoyo de las autoridades virginianas (el
gobernador, los dos senadores y un diputado), que le han extendido unos permisos para
sacar lo que encuentre. El estado se quedaría con el 25 % del botín. España, que no
quiere que vuelva repetirse lo que pasó con el "Atocha", tiene el respaldo
político y jurídico de los departamentos de Estado y Justicia y del Servicio de Parques.
Rafael Conde, ministro consejero de la embajada española,
considera que la batalla de la 'Juno' "es esencial para sentar la base del legado
cultural español, para demostrar que trace 300 y 400 años éramos gente seria que
navegaba por estos mares". En este sentido, el Gobierno español está
colaborando con la Universidad de West Florida en Pensacola para rescatar un barco
comercial hundido hace 300 años.
Ben Benson, de 38 años, uno de los más importantes
terratenientes norteamericanos que trace años dejó sus negocios después de dos
infartos, dice que se mueve por los mismos intereses histórico-culturales que el Gobierno
español. Su empresa Sea Hunt lleva invertidos dos años de trabajo y un millón de
dólares en el proyecto. Benson está dispuesto a entregar todo lo que recupere si el
Gobierno español le reembolsa los gastos. Calcula que toda la operación puede llegar a
costar entre cinco y diez millones de dólares.
La embajada española, que no ha entrado en contacto con Benson,
sospecha que los intereses crematísticos de la aventura pesan más sobre el
"cazatesoros" que la importancia histórica y cultural del hallazgo. La
prioridad de España, por lo tanto, es determinar la propiedad del pecio e impedir
cualquier operación de rescate que no cuente con la aprobación de Madrid.
La "Juno"
era una fragata de guerra con 34 cañones y nunca ha sido abandonada legalmente por el
Gobierno español. Igual sucede con "La Galga", otra fragata que se hundió en
1752 en las mismas aguas y que Benson también quiere rescatar. "Creo que
comparto el mismo interés que el Gobierno español en descubrir la verdad sobre estos
grandes barcos", ha declarado.
La legislación internacional establece que los buques de guerra
son territorio nacional y, por lo tanto, también lo son sus restos. Así lo entiende el
Gobierno americano, que va a representar a España en el proceso judicial iniciado contra
Benson. Esta ley, sin embargo, choca con una que aprobó el Congreso en 1984 y que permite
a los estados recuperar los pecios que estén a menos de tres millas de la costa.
Los restos que ha encontrado Benson están a media milla de la
playa. Todavía no han sido identificados y es posible que pasen muchos meses antes de que
puedan serlo. Benson ha encontrado un peso de plata con la efigie de Carlos IV pero no
sirve para probar que pertenece al tesoro de la "Juno".
Mientras Benson cree que, tarde o temprano, dará con el tesoro,
Conde duda de que el buque se hundiera con su carga de plata. Benson afirma que "nunca
me hubiera en esta historia si hubiera sabido el conflicto que iba a provocar, pero ahora
estoy dentro y no voy detenerme hasta saber la verdad sobre la 'Juno'".
La "Juno" zarpó de Veracruz (México) el 15 de enero de
1802 con 700.000 pesos de plata. A bordo iban militares del segundo batallón de África
que regresaban a casa con sus familias. Hizo escala en la Habana, de donde partió el 1 de
Octubre, pero una galerna dañó el navío, que hubo de tocar puerto en San Juan.
Cuando amainó puso rumbo a las Bermudas, donde fue alcanzado por
otra tormenta. La fragata empezó a hacer aguas. Las bombas no daban abasto y era
necesario achicar a mano por popa y proa. Se tiró por la borda la artillería y dos
anclas.
El 25 de octubre, la goleta estadounidense "Favorita"
avistó a la "Juno" y acudió en su ayuda. Los dos barcos decidieron navegar
juntos, rumbo norte, para huir de la tormenta. El capitán de la "Juno", Juan
Ignacio Bustillo hizo pasar al teniente de navío Clemente y otros seis militares a la
Favorita para que coordinaran la operación de ayuda.
El 27 de octubre, una galerna rompió el mástil de la vela mayor.
La "Juno" hizo señales a la "Favorita". La goleta se acercó y el
teniente Clemente, según el relato que escribió al año siguiente en Washington, pudo
oír los gritos de angustia de la gente que se ahogaba. A la mañana siguiente buscó
supervivientes pero no encontró a nadie.
Benson dice que "después de una tormenta es posible
encontrar monedas de plata en la playa de Assateague". El mar devuelve cuando
quiere los tesoros que atraparon sus tormentas. Así ha sido durante siglos, pero el
"cazatesoros" no quiere seguir esperando.