El tabaco y el buceo
por Miquel Pontes

n nuestros días estamos
sometidos a una fuerte presión informativa en pro de la reducción del consumo del
tabaco. Las secuelas que este consumo produce no necesitan ser detalladas puesto que todos
las conocemos, en la superficie, pero se nos plantean algunas preguntas: ¿qué pasa con
las personas que fuman de forma habitual y son buceadores? ¿por qué un buceador no debe
fumar? ¿A qué peligros se expone un fumador al bucear?
La intención de este artículo es condensar de alguna manera el conocimiento de los
efectos, consecuencias y contraindicaciones del tabaco en nuestro deporte.
Efectos del tabaco en los buceadores
Es bien cierto que, debajo del agua y a determinada profundidad, la mayoría de
buceadores que fuman se convencen de que no deberían fumar aunque, como hábito que es,
encuentran muchas dificultades para dejarlo de forma radical. Muchos justifican su hábito
diciendo que podrían dejarlo fácilmente si notaran que el no hacerlo les acarrease
algún problema físico.
Bajo el agua no hay elección, o se deja de fumar, o se deja de bucear. Los riesgos
derivados del tabaco son aun mayores y mucho más peligrosos para un buceador que para las
otras personas.
Los efectos indeseados del tabaco en un buceador comienzan por la hiperventilación y
el cansancio. Ocasionalmente pueden darse casos de problemas de sobrepresión pulmonar en
casos graves incluso una embolia gaseosa.
Lo peor de todo es que la mayor parte de estos efectos tan solo se descubren cuando ya
es demasiado tarde y tenemos que efectuar un gran esfuerzo para nadar contra una corriente
que nos arrastra o en situaciones de peligro similares, y podemos llegar a vernos
sobrepasados por las circunstancias.
Todos los que hemos asistido a un curso de buceo sabemos de la importancia de los
pulmones y el sistema circulatorio en nuestro deporte, en el que el hecho de asegurar un
aporte máximo de oxígeno a nuestro organismo es vital en determinadas condiciones de
esfuerzo, teniendo en cuenta que nuestros recursos bajo la superficie del mar están
limitados al no ser éste nuestro medio natural.
La sangre es la encargada de transportar el oxígeno del aire respirado hasta los
músculos y el sistema nervioso, por lo que se convierte en parte esencial de la vida. Los
glóbulos rojos son como pequeñas camionetas de reparto, en cantidad de varios millones
por centímetro cúbico de sangre, que recogen el oxígeno de nuestros pulmones y lo
llevan hacia las células del cuerpo, que les devuelven a cambio ciertas cantidades de
dióxido de carbono (CO2).
El monóxido de carbono
Los gases de la combustión del tabaco, principalmente el monóxido de carbono (CO),
ocupan espacio en los glóbulos rojos, con lo que se reduce ampliamente la capacidad de
éstos de transportar oxígeno y por lo tanto su eficiencia. Se ha calculado que la
función circulatoria disminuye entre un 15 y un 18% en las personas fumadoras.
Como resultado el buceador jadea al más mínimo esfuerzo (perdiendo el ritmo
respiratorio, esencial en el buceo), carece de resistencia a la fatiga, y en ciertos casos
puede padecer una hiperventilación involuntaria e incluso una pérdida del conocimiento.
El monóxido de carbono es un gas inodoro e incoloro que se convierte en peligroso a
partir de concentraciones de 100 partes por millón. Se origina en la combustión de
cualquier producto orgánico, como el tabaco o la gasolina (procurad situaros lejos del
tubo de escape de la embarcación cuando vayáis a bucear).
Las normas de pureza del aire que contiene nuestra botella exigen que la concentración
de monóxido de carbono sea inferior a 10 partes por millón.
Un solo cigarrillo produce una concentración de CO de más de 40.000 partes por
millón. Pasear por la calle no revela ningún síntoma de intoxicación a pesar de este
nivel tan elevado, pero respirar aire en condiciones de presión con este contenido de CO
seria letal.
Efectos del CO en el organismo
Se sabe que la hemoglobina tiene una gran afinidad por el CO, unas 200 veces más que
por el oxígeno. Cuando el monóxido de carbono ha entrado en nuestros pulmones, se
combina rápidamente con la hemoglobina, a la que se fija mucho mejor que el oxígeno.
Cuando la hemoglobina está saturada de CO no queda espacio para el oxígeno, por lo
que la capacidad de la sangre para transportarlo se ve seriamente comprometida. Esto hace
que el corazón deba bombear más rápido para contrarrestar la falta de eficiencia de los
glóbulos rojos, es decir, para contrarrestar el efecto del tabaco.
Mientras el buceador no tenga que realizar ningún esfuerzo extraordinario, no pasa
nada, pero llegado el caso, los músculos se hallarán faltos de oxígeno, cansados, el
buceador perderá el ritmo respiratorio y el problema se agudizará por la insuficiente
ventilación pulmonar.
Se ha podido comprobar que los efectos producidos por la absorción de monóxido de
carbono tienen una gran duración, pues se necesitan más de 6 horas para reducir a la
mitad el nivel de CO en sangre, y no es hasta pasadas las 24 horas de la inhalación que
el organismo se ve librado de este gas.
Se aconseja que los buceadores no fumen en las 48 horas anteriores a una inmersión
determinada, así como en las 6 posteriores, para no entorpecer la eliminación del
nitrógeno disuelto en la sangre después de una posible descompresión.
Otros factores
Las otras substancias presentes en el humo del tabaco, como la nicotina y el alquitrán,
se sabe que irritan las delicadas vías respiratorias y que estimulan la defensa del
organismo en forma de mucosidades (tos matutina del fumador), que a veces provoca
inflamaciones y pequeñas obstrucciones de las microscópicas ramificaciones alveolares,
lo que puede llevar a frecuentes infecciones bacterianas conocidas como catarros.
Las mencionadas obstrucciones alveolares, debidas a estos factores, pueden representar
un serio problema para el buceador, ya que el tejido pulmonar puede romperse y permitir
así que el aire atmosférico pase directamente al riego sanguíneo, lo que se conoce como
una embolia gaseosa o traumática,y que nada tiene que ver con el síndrome de
descompresión por nitrógeno, aunque puede presentar los mismos síntomas.
En resumen