Cala en Forcat
Por Fco. José Echeverría
a inmersión de Cala en Forcat es muy recomendable como primer tanteo,
sobre todo para aquellos que mojan el neopreno de agosto en agosto y nos va a servir para
reencontrarnos con el equipo y con nosotros mismos bajo el agua.
Para esta inmersión se puede entrar en el agua
desde el mismo centro de buceo: basta bajar unas escaleras de piedra y estamos en un
recodo de la cala con un metro de agua y fondo de arena y rocas, que nos permite terminar
de equiparnos cómodamente e iniciar la inmersión prácticamente gateando, aunque lo
normal es tirarse al agua desde las terrazas.
Sin duda los bañistas que nadan en el agua o que
pasean por las terrazas de la cala se van a detener a observarnos. Un puente que cruza el
recodo es el punto de vigilancia ideal para mirarnos.
Se sigue por el fondo de la cala hasta llegar a una
pequeña concentración de posidonia en el punto más ancho de la cala, donde una boya
sirve como punto de fondeo auxiliar a las embarcaciones del centro de buceo.
La salida a mar abierto en dirección sur
proporciona un paseo en el que se pueden observar salpas, mojarras, obladas y un sinfin de
pececillos de aguas someras: gobios, momas, pejeverdes, doncellas, etc. Si agitamos un
poco las algas que cubren las rocas vienen a comer de los residuos que se sueltan. Hasta
llegar a la salida a mar abierto se pueden observar pulpos, escórporas, algun sargo
valiente e incluso, en días de mucha suerte, algún mero pequeñito.
Al llegar al final (a unos -9 m.) el acantilado se ensancha y aparece una
caída a un fondo de arena a unos -20 m. Hacia el Oeste hay un desfiladero con dos paredes
muy interesantes que siempre se deben recorrer, porque suelen esconder alguna morena.
Al llegar al final se puede bordear la pared
izquierda por el lado exterior, y sobrevolando una pradera de posidonia volver al arenal.
Hacia el este hay una concentración de grandes bloques rocosos, en cuyo interior es
fácil encontrar grupos de corvinas, y algún mero escurridizo. Los pulpos tambien abundan
y conviene mirar de vez en cuando hacia arriba, por que aparecen grupos de sargos pegados
a las rocas junto a la rompiente. Si la época es adecuada, hay millones de alevines de
castañuelas, de color azul cobalto, que se separan cuando pasamos entre ellos.
Cuando el manómetro marque el momento
regresaremos hasta el arenal y allí subiremos hasta encontrar la entrada de la cala. Como
referencia se puede señalar el desagüe de la piscina del hotel, que recicla su agua
salada y que nos confirma que estamos en la dirección correcta. El regreso, lento
mientras observamos de nuevo las paredes de la cala, nos sirve como parada de seguridad,
porque nos obliga a ir a una profundidad de -8 m. a -4 m. Conviene ir bien lastrado para
evitar un esfuerzo excesivo para mantenernos en el fondo.
Es curioso llegar a la cala y observar desde abajo a los
turistas chapoteando en la superficie. La salida del agua se puede realizar por unas
escalerillas que hay situadas en las terrazas, y luego de atravesar el puente ascender al
centro de buceo por la misma escalera por la que bajamos.
Esta misma inmersión se puede realizar de noche,
una vez nos hemos familiarizado con la cala. De noche todo toma otra dimensión, y son
frecuentes los encuentros con liebres de mar, morenas, congrios, escórporas, sepias,
pulpos e incluso calamares.
© Fco. José Echeverría
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