Mis primeras sensaciones
submarinas
por Alfonso Vaquero
Era un día de Sol maravilloso y un espléndido mar, totalmente en
calma, invitaba a buscar en su interior sensaciones jamás antes vividas, y solo hasta
entonces soñadas.
Inspiré varias veces
profundamente y ajusté mis gafas; al instante me encontré envuelto en una sedosa tela
que se abría ante mis ojos, para volverse a cerrar tras mi paso; se trataba del Mar, con
sus dulces caricias sobre mi piel. Ante mis ojos un mundo desconocido comenzó a cobrar
vida.
Por un momento tuve la sensación
de estar volando al ver el fondo unos metros por debajo de mí, allí mismo, donde el sol
hacía reflejarse mi sombra.
A continuación, peces curiosos,
cuyos nombres me eran desconocidos, me contemplaban, divertidos sin duda al ver mi cara de
asombro, por lo que esa primera sensación de soledad, que había experimentado,
seguramente debido al imponente silencio reinante, fue desapareciendo, siendo sustituida
por un incontrolable deseo de no perder ni un solo detalle de todo lo que sucedía a mi
alrededor.
No solo mis ojos se fijaban en el
suave movimiento de los peces, también en las formas caprichosas de las rocas y los
reflejos del sol sobre ellas.
Lo más doloroso fue comprobar que
el aire de mis pulmones se agotaba y que debía salir a la superficie para coger otra
nueva bocanada de aire.
El astro rey estaba allí
esperándome con su calor,que me pareció un tanto maternal, pero noté que alguien tiraba
de mi hacia el fondo; desde entonces, o incluso quizá antes, en mi mente está el no
depender de la poca cantidad de aire que mis pulmones retengan durante breves instantes y
de esta manera iniciarme en el submarinismo con escafandra.
¿Que nuevas sensaciones me
deparará el mar al estar menos limitado?. A ciencia cierta no lo sé, pero seguro que me
harán amar al mar más que ahora, pero eso lo contaré más adelante.

© Texto: Alfonso
Vaquero
© Foto: GBRMPA
|
|