
n los llamados
"infiernos" de la Biblioteca Nacional de París, unos sótanos cuasi secretos,
climatizados para conservar en perfecto estado miles de libros y manuscritos, y donde se
esconden los dibujos eróticos de grandes artistas, hay un catalán con derecho de
entrada. Es Ramón Soley, historiador y comerciante de documentos antiguos, exiliado en
París durante el franquismo, quien durante años ha descendido "aux enfers" en
búsqueda de grabados de Barcelona, armado de una regla de medición y guantes para
proteger los frágiles papeles.
El resultado de esas largas pesquisas, como otras en los archivos del Vaticano y en las
principales bibliotecas europeas, es un libro monumental, "Atlas de Barcelona",
que recoge y ficha todos los grabados con vistas y planos de Barcelona desde 1572 hasta
1900, antes de que llegaran las fotografías.
Decir "todos" parece pretencioso pero no. Son 740, y desde que esta obra
--dos volúmenes y doce kilos de peso-- fue puesta a la venta por Editorial Mediterrània
(145.000 pesetas) hace once meses nadie ha sido capaz de hallar otro grabado sobre
Barcelona. "No me molestaría que saliesen, ojalá, significaría que salen
documentos hasta ahora desconocidos", añade Soley. Hace años halló un mapa de
Cataluña de 1603 que no aparecía en la magna obra de Cornelis Koeman sobre cartografía
neerlandesa. Lo notificó por carta casi pidiendo perdón y le contestaron con una efusiva
felicitación.
Barcelona se ha convertido en la primera ciudad del mundo con un atlas iconográfico de
estas características. Jerusalén, París, Estrasburgo y Basilea se han interesado ya por
tener su réplica. Mayor Zaragoza, director general de la UNESCO, afirmó que "desde
todo punto de vista --documentación, cartografía, iconografía, diseño-- constituye una
referencia obligada para el estudio de la capital catalana".
Los documentos recogidos son el resultado de una triple elaboración manual: dibujo,
grabado (la mayoría son aguafuertes, a partir del metal; pero también hay xilografías,
al boj, y litografías, a la piedra) y estampación o impresión. Estos grabados en
ocasiones eran hojas sueltas, sobre todo cuando se trata de mapas, pero a veces formaban
parte de libros o estaban incluidos en hojas informativas como almanaques, coplas,
etiquetas de fábricas e incluso acciones. Y de ahí la dificultad para reunirlos.
"Tenía un grabado --dice el "detective" Soley-- que era una copia en
color de una vista de Barcelona que aparece en el famoso libro del viaje a España de
Alexandre de Laborde, de 1806, pero no tenía ni idea de su procedencia. Me puse en
contacto con todos mis amigos, con los veinte y pocos expertos que hay en librerías de
documentos antiguos. Un marchante de Padua me dio la pista, que a su vez se la había
facilitado un profesor de Milán. Procedía de 'Il costume antico e moderno' de Giulio
Ferrario, publicado en 1816. Al día siguiente volaba a Madrid, a la Biblioteca Nacional,
para confirmar el hallazgo. Y ahí estaba "Passeggio della spianata di
Barcelona" (11 x 17 cm), en el volumen VI, de una obra de catorce".
El libro recoge otras joyas como una vista del puerto de Barcelona incluida en un mapa
de Cataluña sobre "Les conquestes de Louis Le Grand" de 1694. Un ejemplar
único que Ramón Soley compró en una subasta en Francfort, nada menos que por tres
millones. Parte de estos grabados, propiedad del autor, se muestran este mes en una
insólita sala de exposiciones, la Llotja presidencial del FC Barcelona.
Ahora Ramón Soley tiene otros retos: la historia de la esclavitud, en grabados y
libros, y la evolución de la música negra, en documentos sonoros. Incluso ha negociado
con líderes negros de Estados Unidos para que colaboren en la reconstrucción del pasado.
Un desafío que Soley explica con la humildad que se esconde tras los grandes proyectos.